Antes del COVID-19: ¿Que Pandemias azotaron la Argentina?

La calificación de “Pandemia” que la Organización Mundial de la Salud (OMS) otorgó al COVID-19, es la segunda en lo que va del siglo XXI, ya que la primera fue la gripe A de 2009.

En #Cinco repasaremos episodios semejantes que tuvo que atravesar la humiadad a lo largo de la historia y como afectaron a nuestro país.

Las peores pandemias de la historia

La pandemia más mortífera hasta hoy fue la viruela, que provocó unos 300 millones de fallecimientos, dejó secuelas en los enfermos y fue erradicada hace 40 años.

La segunda fue el sarampión, que provocó hasta hoy 200 millones de muertos en el mundo, según cifras de la OMS, cuyo contagio, al igual que el ébola, se previene con vacunación.

La tercera, la peste bubónica, estuvo activa hasta 1959 y provocó la muerte de más de 12 millones de personas, mientras el tifus dejó más de 4 millones de fallecidos, pero no supone un peligro en el mundo moderno.}

El cólera, que registró grandes pandemias en los siglos XIX y XX, supera los tres millones de muertos, de acuerdo a la OMS.

El siglo XX comenzó con la gripe llamada «española», que mató en 7 meses -de septiembre de 1918 a abril 1919- a cinco veces más personas que los combates de la Primera Guerra Mundial, con unos 50 millones de fallecidos.

Años después, entre 1957 y 1958, la gripe asiática (H2N2), que apareció en China y llegó varios meses después a América y Europa, causó un total de 1,1 millón de muertos.

Otro millón de decesos provocó la llamada gripe de Hong Kong (H3N2), que dio la vuelta al mundo entre 1968 y 1970 y mató a muchos niños, una dolencia que entró en la historia como la primera pandemia de la era moderna, la de los transportes aéreos.

Y el siglo concluyó con la que se considera la quinta pandemia mundial más importante, el VIH, que a partir de 1981 mató a más de 32 millones de personas, según OnuSida.

El siglo XXI, con todos sus avances científicos, tampoco estuvo exento de grandes epidemias, desde el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SRAS), hasta el actual Covid-19, pasando por la gripe aviar, la gripe A, el ébola y el dengue.

Las epidemias en la Argentina

La Argentina no estuvo ajena a padecer estos estragos, ya que desde su fundación, en 1580, la ciudad de Buenos Aires sufrió periódicamente devastadoras epidemias que los cronistas llamaban «pestes», siendo el cólera, la viruela y la fiebre amarilla responsables de los hechos más trágicos en los siglos XVII y XVIII.

La viruela y el tifus fueron las epidemias que más azotaron a la población del Río de la Plata, potenciadas con el tráfico de esclavos que trajo consigo la peste bubónica y el cólera durante el siglo XVIII.

Pero la epidemia que marcó un antes y un después fue la de la fiebre amarilla en Buenos Aires especialmente en 1870 y 1871.

En una ciudad donde el número de fallecimientos diarios no llegaba a 20, hubo días en los que murieron más de 500 personas, con un total aproximado de 14.000 muertos.

Todo parece indicar que los vectores de la enfermedad llegaron en un barco procedente de Asunción del Paraguay y encontraron muchos sitios propicios para reproducirse en los innumerables charcos y pantanos de las zonas cercanas al puerto, ensañándose particularmente con las barriadas populares de San Telmo y Monserrat.

Los primeros casos se dieron en las casas de inquilinato ubicadas en Bolívar 392 y Cochabamba 113 y casi inmediatamente el episodio dejó de ser una rareza para generalizarse. Faltaban diez años para que el Dr. Carlos Finlay expusiera su tesis en un Congreso médico en La Habana que demostraría que el causante de la enfermedad era un mosquito llamado Aedes aegypti y queel mal no se propagaba por contagio.

Pero por aquellos días de 1871, frente a la ignorancia,  cundió la histeria y la histórica culpabilización de la pobreza por parte de los miembros del poder, es decir, de sus propios causantes. Fueron los conventillos los que padecieron este tipo peculiar de requisa. Los desdichados inmigrantes, desarraigados, perdidos en medio de la locura en que se hallaban sumergidos, contemplaban entre desolados y temerosos a esos señores que les impartían órdenes incomprensibles.

El conventillo era encalado, desinfectado y cerrado. Los comisionados y la policía se iban y quedaban los inmigrantes en la calle librados a su suerte.

Los hospitales colapsaron y hubo que fundar un nuevo cementerio, que se creó en la Chacarita de los Colegiales, aquel escenario de la Juvenilia de Cané, y como explicaba  Borges: “Porque la entraña del Cementerio del Sur/fue saciada por la fiebre amarilla hasta decir basta;/porque los conventillos hondos del sur/mandaron muerte sobre la cara de Buenos Aires y porque Buenos Aires no pudo mirar esa muerte,/ a paladas te abrieron /en la punta perdida del oeste, detrás de las tormentas de tierra /y del barrial pesado y primitivo que hizo a los cuarteadores”.

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