El 82% de los pacientes con linfoma sufren efectos psicológicos por su enfermedad

Este 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, un día dedicado a crear conciencia pública sobre los problemas de salud mental en todo el mundo y movilizar esfuerzos en apoyo de la salud mental.

Según la Encuesta Global de Pacientes de linfoma y leucemia linfocítica crónica, el 82% de los pacientes experimentaron efectos emocionales y psicológicos en los últimos 12 meses debido a la enfermedad.

En #CincoDias dialogamos con la Licenciada Mariana Godoy (M.N. 63.094), Psicoóncologa de la Asociación Civil Linfomas Argentina (ACLA), sobre los efectos emocionales y psicológicos de los pacientes con linfoma durante el proceso de la enfermedad. Si precisas alguna información adicional, más imágenes o bien te interesa conversar con la Lic. Godoy, para ampliar sobre el tema, no tienes más que avisarnos.

“El malestar emocional provoca un deterioro en la vida diaria y en las relaciones interpersonales. Por estos motivos es fundamental contar con ayuda de la psicooncología en cada etapa de la enfermedad” sostiene la profesional.

“Recibir el diagnóstico de un linfoma marca un antes y un después en la vida de cada paciente y su familia. La urgencia corre por lo físico, pero lo emocional, muchas veces, queda en un segundo plano, aunque sea un aspecto clave para el afrontamiento de la enfermedad y del tratamiento”.

En este aspecto, Godoy, explica que “sentimientos de miedo (a la enfermedad, a la muerte, al tratamiento, al sufrimiento, al dolor, etcétera), de ansiedad, aislamiento, depresión, incertidumbre por lo que puede llegar a pasar, la responsabilidad de tomar decisiones (y que éstas no estén “contaminadas” por lo sentimientos negativos) dificultan el afrontamiento. Cada paciente cuenta con recursos para esto, que pueden ser positivos o negativos y, en definitiva, no serán otros que los mismos que utilizó en situaciones adversas del pasado. De estas circunstancias también seguramente pudo sacar sus conclusiones y ver qué le fue útil y qué no”.

Según la Encuesta Global de Pacientes de linfoma y leucemia linfocítica crónica, el 82% de los pacientes experimentaron efectos emocionales y psicológicos en los últimos 12 meses debido a la enfermedad. Es por esta razón que la campaña del Día Mundial de Concientización del Linfoma de este año se basó en “no podemos esperar para enfocarnos en nuestros sentimientos”, pasando también a un primer plano los aspectos psicológicos de los pacientes, cómo lidiar con aquellas emociones negativas y de cuán desafiante puede resultar. Se observó también que el afrontamiento positivo trae múltiples beneficios en los vínculos más cercanos, como la familia y amigos; y también en la relación con uno mismo, generando una mayor introspección y conexión con el momento presente. Después de todo, poder permanecer en el momento presente e intentar que el día a día resulte lo más tolerable posible puede ser la clave para afrontar la enfermedad lo mejor posible.

Sin poder ponerlo completamente en palabras, los pacientes atraviesan numerosos duelos (generales y particulares) que se suman al malestar físico y a todo lo que implica la enfermedad y el tratamiento.

Por esto es que “no podemos esperar para enfocarnos en nuestros sentimientos” y que, pasado un tiempo considerable luego del diagnóstico (aproximadamente unas 6 semanas), si el “paciente continúa con sentimientos negativos, con mucha ansiedad, depresión, falta de apetito, insomnio, falta de adaptación, será importante y más que recomendable que pueda tener una consulta con un profesional de la salud mental (idealmente alguien con formación en psicooncología)” sentencia Godoy.

Desde 2017 la Asociación Civil Linfomas Argentina (ACLA), brinda talleres de apoyo emocional y otro tipo de actividades orientadas a contener a los pacientes y acompañarlos en el proceso de su enfermedad. ACLA es una asociación sin fines de lucro que trabaja dando a conocer información, creando espacios de encuentro y ofreciendo orientación a pacientes con linfoma, síndromes mielodisplásicos y mielofibrosis, de modo de ayudar al conocimiento de la enfermedad, brindando contención y contribuyendo así a mejorar la calidad de vida de las personas que conviven con estas enfermedades.

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