Brancatelli recordó su infancia en «PH»: “Me colaba en el tren porque si no no tenía para los apuntes de la facultad”

Diego Bracantelli fue otro de los protagonistas con los que contó  Andy Kusnetzoff en su ciclo “PH, Podemos Hablar”, quien rememoró lo complejo que fue para él poder estudiar, dado los escasos recursos con los que contaba su familia por entonces.

“A nosotros no nos faltó nada pero tampoco nos sobró nada”, comenzó el relato el periodista al tiempo que agregó “Ituzaingó, familia tradicional, padres, (siguen aún vivos, están los dos casados), una hermana: típíco, parejita. Al no sobrarte nada hoy valoro mucho más todo eso, me doy cuenta de lo difícil que les fue a is viejos”, comenzó el relato el perio”.

Hijo de un vendedor de autopartes y una ama de casa y madre (“dos profesiones hermosas, y hoy valoradas y reconocidas”, agregó sobre su madre), era un solo ingreso el que mantenía a su familia con mucho esfuerzo.

“Vivimos siempre en la misma casa hasta que la perdieron después del 2001 endeudados con una deuda hipotecaria” recordó. “Fue una infancia feliz,  pero sí notabas que no tenías todo lo que tal vez el resto de los chicos con los que jugabas tenían.

Y puso un par de ejemplos muy calaros: “Zapatillas, era ‘no las rompas’ porque no había otras, si querías una pelota era el día de tu cumpleaños o navidad, eran fechas muy puntuales donde podías acceder a algo nuevo”, contó Diego Brancatelli.

Esas diferencias se hicieron más evidentes en la adolescencia: “Cuando uno tiene las primeras salidas, que saca la billetera para que salgas a la noche me daba cuenta que mis amigos salían con lo que hoy serían 2000 pesos y yo salía con 300 pesos”, revela. Pero eso no le afectó, sino que lo recuerda con orgullo.

“Lo que si me ha marcado es el momento universitario, fue uno de los peores momentos, del 95 al 2002, económicamente fue cuando mi familia más lo sintió. En un momento no tenía ni para el viaje”, rememora.

Y explica cómo se las arregló para estudiar: “Opté por ir en bici hasta la estación, me colaba en el tren en el furgón, mirando que no venga el que controlaba, me bajaba en Haedo, ahí me tomaba el viejo tren que ahora no está funcionando, de Haedo a Temperley, también colado, no pagaba nada para viajar porque si no no tenía para comprar los apuntes”.

Estas experiencias lo hicieron más sensible a la realidad, y hoy aprecia el esfuerzo propio y de su familia. “Eso valió mucho, y hoy los recordás con ese enorme sacrificio”, cerró Diego Brancatelli.

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