Murió a los 67 años Ricardo Piñeiro, histórico representante de modelos en la Argentina

Estaba internado en estado crítico desde el domingo, tras sufrir un ACV hemorrágico

Ricardo Piñeiro, histórico representante de modelos, murió este miércoles pasado el mediodía. Estaba internado en el Sanatorio Otamendi, donde fue derivado tras sufrir un ACV hemorrágico el domingo. Su partida causó profunda consternación en el mundo del espectáculo, que recién se recuperaba de la información de su accidente cuando ocurrió su fallecimiento, que Infobae pudo confirmar con su círculo íntimo.

Según le confirmó a este medio el director del SAME Alberto Crescenti, la mañana del domingo Piñeiro fue trasladado hasta el Hospital Fernández luego de encontrarlo en su domicilio con bajos signos vitales. Horas después, el representante fue llevado hasta el Sanatorio Otamendi, según lo detalló el parte médico oficial del lugar: “El paciente se encontraba en estado reservado, con asistencia respiratoria mecánica, producto de un ACV hemorrágico”.

Desde entonces, se vivieron horas críticas en torno a su salud, y se armó una espontánea cadena de oración en la comunidad del espectáculo. Modelos, periodistas, famosos en general se volcaron a las redes para elevar una plegaria en favor de su recuperación. Hasta que la noticia de su muerte golpeó hondo en los corazones y activó inmediatamente el portal de los recuerdos.


Ricardo Piñeiro fue uno de los representantes de modelos más destacados de Argentina

Ricardo Piñeiro nació en febrero de 1956 en Montevideo, Uruguay. En la década de los 90, se convirtió en uno de los mayores representantes de modelos de Argentina. A partir de su agencia supo crear un imperio con las figuras femeninas más destacadas del país, copando las tapas de revistas y los programas de televisión. Durante esos años, su escudería dirigía a las modelos más destacadas y solicitadas del momento: Andrea Frigerio, Mariana Arias, Verónica Lozano y Paula Chaves, solo por mencionar algunas de diferentes generaciones.

En 2011 sufrió un duro revés económico que lo obligó a reinventarse, un episodio crucial que significó un punto de inflexión: por una estafa perdió “hasta el nombre”, reconoció, un hecho del que asegurara que también tenía una parte de responsabilidad, por lo que aceptaba lo sucedido. Como él mismo reconociera, nunca fue un buen empresario, sino más un “idealista”, y ese tipo de experiencias son las que forjan el aprendizaje.


Ricardo Piñeiro en la presentación de una de sus muestras (Nicolás Stulberg)

Con el tiempo después decidió alejarse del universo fashion y se enfocó en su vida, la cual compartía con sus perras, combinando su pasión por la fotografía, al que ingresó en una de las tantas vueltas de la vida. Lo que primero era un pasatiempo, se volvió una actividad que se tomó cada vez más en serio gracias al ojo de Gabriel Rocca. El célebre fotógrafo, quien había trabajado con él en su agencia, notó un talento que desarrolló con su habitual tenacidad. Así llegó a exponer en diferentes salas del país y sus musas fueron algunas de sus pasiones: sus adorados perros y las edificaciones emblemáticas de la ciudad.

Lejos de los flashes, Piñeiro también dejó de ocupar aquellos ríos de tinta en la prensa. Hasta que volvió a ser noticia cuando trascendió su ayuda como voluntario en la iglesia Hermanas Esclavas del Sagrado Corazón, donde colaboraba en la asistencia a personas en situación de calle. También la batalla que libró contra el alcoholismo y la sanación que encontró en el mismo espacio religioso.

Una vez que se conoció la noticia, una de las primeras en manifestarse fue Fernanda Villaverde: “Richard, no puedo más del dolor. Que descanses en paz. Te amo y amaré siempre”, escribió junto a una foto en la que se los ve lookeados en blanco y negro para algún evento de tantos.


El recuerdo de Fernanda Villaverde

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