ChatGPT y DALL-E: quién es Sam Altman, el emprendedor que busca transformar el mundo de la inteligencia artificial

2022 será recordado como el año en el que la Inteligencia Artificial aplicada fue puesta al alcance de todo el mundo. DALL-E 2 primero, y ChatGPT después, se abrieron a todo el mundo sin apenas limitaciones —el primero, con créditos de uso gratis para crear imágenes y, el segundo, completamente abierto— para asombrarnos con sus capacidades. La IA había llegado de forma tangible y, lejos de historias de ciencia-ficción, servía para generar imágenes con enfoque artístico y textos y respuestas razonadas de forma asombrosa. Tras ambas estaba OpenAI, y al frente de ella, nuestro protagonista: Sam Altman, su CEO.

Precoz, millonario, de mirada expresiva, con el pelo alborotado y un mentón bien afeitado que le hacen aparentar aún menos primaveras de las 37 que en realidad tiene. En la puerta de su despacho cuelga una chapita que lo identifica como CEO y hace ya unos cuantos años que figura en las listas de jóvenes inversores elaboradas por revistas como Forbes, pero aún así él sigue fiel a su estilo, dispuesto a plantarse en una importantísima reunión de negocios con sudadera y deportivas.

Primero lo no artificial

Samuel H. Altman aprendió a programar y a desarmar una de las primeras computadoras de Apple, la Macintosh, cuando tenía 8 años según contó en una entrevista con The New Yorker.

Altman dijo en esa misma entrevista que tener una computadora le ayudó con su sexualidad, gracias a las conversaciones y grupos en los que pudo participar durante su adolescencia.

A los 16 les contó a sus padres que es gay y luego lo dijo abiertamente en el colegio en el que estudió.

Montaje de una imagen con el sistema de inteligencia artificial DALL-E.

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Pie de foto,Hay preocupación en sectores como el académico y el creativo del alcance que puedan tener sistema como DALL-E y ChatGPT.

Ingresó a la Universidad de Stanford (en California, EE.UU.) para estudiar informática, pero no terminó la carrera.

Junto a unos amigos dicidieron dedicarse por completo a desarrollar su primera idea, Loopt, una aplicación para compartir la ubicación con otras personas.

Estamos hablando del año 2005, mucho antes de que existiera WhatsApp y casi a la par que la aparición de Facebook.

Loopt no tuvo mayor trascendencia, pero sí sirvió de trampolín para lanzar la carrera de Altman como empresario y le abrió las puertas al mundo de las grandes inversiones tecnológicas.

Y es que una de las compañías que apoyaron a Loopt en sus inicios fue Y Combinator (YC), una de las más prestigiosas y exitosas aceleradoras de startups que invirtió en innovaciones como Airbnb y DropBox.

Altman vendió su primer proyecto por más de US$40 millones, lo que le permitió expandir sus áreas de interés e invertir en varias de las ideas bajo el paraguas de YC, a la que llegó a presidir entre 2014 y 2019.

Fue en ese período en el que junto con Elon Musk creó OpenAI, una compañía que le permitió sumergirse en un mundo que le generaba fascinación y temor por igual: el de la inteligencia artificial.

Lado humano

OpenAI es una compañía de investigación cuya misión es, según dice en su página web, asegurarse de que «la inteligencia artificial beneficie a toda la humanidad« y no acabe con ella.

Elon Musk y Sam Altman

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Pie de foto,Aunque Elon Musk se desligó de la empresa que fundó con Altman, OpenAI, sigue invirtiendo en iniciativas de inteligencia artificial.

Una idea en parte impulsada por el miedo expresado por Altman a que la inteligencia artificial se convierta en un arma letal contra los humanos.

En el extenso reportaje que escribió Tad Friend para The New Yorker en 2016, Altman habla de la necesidad de una fusión como el mejor escenario posible para el futuro.

«O esclavizamos a la inteligencia artificial o nos esclavizará a nosotros», dijo.

Un idea que comparte Musk, quien si bien se desligó de OpenAI en 2018 por lo que llamó conflictos de interés con su principal empresa Tesla, sigue invirtiendo en ella y financia otros proyectos que van por la misma línea de lograr el control de la inteligencia artificial.

Uno de ellos es NeuraLink para tratar de conectar nuestro cerebro a las computadoras.

El ahora dueño de Twitter considera que solo de esa manera los humanos podrán mantenerse a la par de la inteligencia artificial y no ser desplazados por ella cuando esos sistemas se retroalimenten.

«Nuestra forma de hablar le sonará muy lenta a las computadoras», dijo, «una especie de sonido de ballena» en clara alusión a la capacidad de las computadoras de procesar información en terabites.

En el presente

Esa visión del futuro fatalista que impulsó a Musk y a Altman a involucrarse en la inteligencia artificial ha sido también la que está determinando la estrategia de OpenAI con respecto a ChatGPT y DALL-E.

«Una de las cosas en la que realmente creemos es que la forma más responsable de introducir esos sistemas en la sociedad es gradualmente», dijo Altman hace pocas semanas en una conversación con StrictlyVC, una empresa que muestra lo que está pasando en Silicon Valley y el mundo tecnológico.

«Así podemos conseguir que las personas, las instituciones y los encargados de las regulaciones se familiaricen con él, piensen en las implicaciones, sientan la tecnología y se hagan una idea de lo que puede o no puede hacer, en lugar de soltar un sistema superpoderoso de golpe».

Logo de ChatGPT

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Pie de foto,ChatGPT ya lanzó un nuevo servicio de suscripción mensual, su versión plus.

Una estrategia que según el canal Dot CSV en YouTube, que se especializa en informar y explicar sobre inteligencia artificial, marca un punto de inflexión con lo que ha sido la tendencia que han marcado las grandes tecnológicas en los últimos 20 años.

«Está la tendencia de que las empresas que lideran el progreso de inteligencia artificial actúan bajo el lema de Silicon Valley de muévete rápido y rompe cosas», comentan analizando las palabras de Altman.

«Esa filosofía de ser ágiles y sacar productos sin pensar en sus implicaciones».

Destacan que «en el caso de Sam no se trata de moverse rápido sino de sacar productos que todavía son imperfectos para que poco a poco la sociedad se vaya adaptando a ellos«.

En cierta manera, eso es lo que está pasando con ChatGPT y DALL-E, que ya están recibiendo muchas críticas desde muchos sectores, entre ellos el académico y el de la creatividad.

«ChatGPT es increíblemente limitado», reconoció Altman en un hilo que publicó en Twitter en diciembre.

«Pero lo suficientemente bueno en algunas cosas para crear una falsa impresión de grandeza. Es un error confiar en él para cualquier cosa importante en este momento«.

Estudiantes en un examen.

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Pie de foto,Hay preocupación en sectores como el académico y el creativo del potencial que pueden llegar a tener los sistemas de inteligencia artificial.

Altman terminó diciendo que se trata solo de un anticipo de lo que será el progreso y que queda mucho trabajo por hacer en referencia a su solidez y veracidad.

Algo parecido a lo que escribió en esa misma red social en referencia a los cuestionamientos que está recibiendo el chat sobre los prejuicios o sesgos que tiene en sus respuestas.

«Sabemos que ChatGPT tiene deficiencias en cuanto a la parcialidad, y estamos trabajando para mejorarlo», reconoció.

«Estamos trabajando para mejorar la configuración por defecto y hacerla más neutral, y también para que los usuarios puedan hacer que nuestros sistemas se comporten de acuerdo con sus preferencias individuales dentro de unos límites amplios».

«Esto es más difícil de lo que parece y nos llevará algún tiempo conseguirlo», justificó al final de su hilo.

 

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