Ecuador: Lo que deja la primera vuelta electoral

La primera vuelta de las elecciones ecuatorianas le dieron el triunfo a Andrés Arauz, el candidato de Unión por la Esperanza, apoyado por el expresidente Rafael Correa, con algo más del 31% de los votos. El segundo lugar, que determinará quién lo enfrente en el ballotage de abril, lo disputan voto a voto el banquero Guillermo Lasso (candidato de un frente de Creo y el Partido Social Cristiano) y Yaku Pérez, de Pachakutik (ligado a la Conaie), ambos con alrededor del 20% de los votos (serán claves para definir la cuestión una gran cantidad de actas electorales en observación. Pérez denuncia maniobras y la posibilidad de un fraude). En cuarto lugar quedó el empresario agroexportador Xavier Hervas, de Izquierda Democrática, que obtuvo un gran resultado (16%) con un perfil “antipolítico” y anticorrupción.

El gobierno y la derecha son los más golpeados por la elección. En el primer caso, Lenín Moreno deja el poder repudiado por la población, debido a las políticas de ajuste y acuerdo con el FMI. Sobre el final de su mandato suscribió un compromiso por 6.500 millones de dólares con el organismo internacional, que tiene como contracara un posible aumento del IVA, despidos y rebajas salariales en el sector público. Esto condicionará completamente el futuro gobierno. Pero además, el mandatario saliente paga el costo del pésimo manejo de la pandemia, con los cadáveres amontonándose en las calles de Guayaquil en los comienzos del Covid-19. La candidata más afín a Lenín Moreno, Ximena Peña, quedó por debajo del 2% de los votos.

En cuanto a Lasso, había obtenido más votos en la elección pasada (28%), incluso sin necesidad de alianza con los social cristianos. En el caso de la elección para la Asamblea Nacional, donde su partido se presentó en soledad, ni siquiera alcanzó el 10% de los votos. Su suerte política depende enteramente del ingreso al ballotage, en el que podría compensar esta mala performance por el apoyo de otras fuerzas.

Pachakutik

Con independencia de que entre o no a la segunda ronda, el resultado de Pachakutik es el dato más sobresaliente de la elección. En las presidenciales de 2017, había apoyado al general “Paco” Moncayo, quien apenas superó el 6% de los votos. Con más del triple de votos que éste, el exgobernador de Azuay (región abrumadoramente indígena), Yaku Pérez, capitaliza la rebelión popular de 2019 contra la anulación de los subsidios al combustible, si bien su campaña tuvo una tónica completamente conciliadora.

Pérez se alzó con la mayor cantidad de provincias, ganando en 13 de ellas (en ocho de las cuales obtuvo más del 40%), contra 8 de Correa y 2 de Lasso.

El planteo más destacado de Pachakutik consiste en una defensa de los pueblos originarios y el medio ambiente. Reclama, por ejemplo, la prohibición de la minería contaminante (en paralelo con la elección presidencial, se desarrolló una consulta en que el 80% se pronunció a favor de detenerla en la cuenca de algunos ríos). Pero no plantea la ruptura de todos los proyectos en marcha “porque nos llegarían demandas internacionales”, según Pérez (El Telégrafo, 14/11/20).

Pachakutik, precisamente, no tiene un planteo de ruptura con el régimen. Defiende expresamente la dolarización (“sería un crimen terminar con ella, nos guste o no, porque ha dado estabilidad económica al país y confianza a muchos sectores”, dice Pérez -ídem) y no plantea la expropiación del gran capital. Con respecto al acuerdo con el FMI, reclamó una “revisión”.

Estos límites políticos explican que el banquero Guillermo Lasso haya anticipado su voto por Pachakutik en caso de que esta fuerza pase al ballotage. Peor aún, buena parte de la coalición indigenista llamó a votar por Lasso en el ballotage anterior, que lo enfrentó con Lenín Moreno.

Aun así, la debacle del candidato más confiable de la burguesía (Lasso), que podría quedar directamente fuera del segundo turno, y el ascenso de la formación indigenista, configuran un escenario convulsivo.

¿Revival?

El correísmo ganó las elecciones, lo que lo reposiciona políticamente tras la ruptura con Lenín Moreno y la proscripción electoral de su líder. Sin embargo, obtuvo menos votos que los que Lenín Moreno había sacado como candidato oficialista en 2017 (39%).

El economista Andrés Arauz, candidato de la Unión por la Esperanza, hizo una campaña basada en una crítica al ajuste del gobierno, en el reclamo de recuperar el empleo y el mercado interno, un mayor papel del Estado en la educación y la salud, etc. Pero al mismo tiempo, defiende expresamente la dolarización en su plataforma y frente al acuerdo con el FMI se ha limitado a plantear una renegociación.

En oposición a Lenín Moreno, reivindica las gestiones anteriores de Correa, que se valieron de la bonanza petrolera (y minera) para sostener un endeudamiento creciente y financiar una malla de contención social y megaobras de infraestructura. Correa complementó el manejo social de la renta petrolera con la regimentación de las organizaciones sindicales y populares (límites al derecho a huelga y quita de la personería al gremio de maestros) y una férrea oposición a la legalización del aborto y el matrimonio igualitario.

Un regreso del correísmo al poder tendría aún más límites que en el pasado, debido al cuadro de recesión internacional y caída de los precios del petróleo, de cuya exportación el país depende enormemente.

El futuro gobierno ecuatoriano, sea cual sea el ganador, estará condicionado por el acuerdo con el FMI y la bancarrota económica, así como por la sombra de la rebelión de 2019.

 

Por Gustavo Montenegro para Prensa Obrera

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