Volvió a funcionar el transbordador Nicolás Avellaneda entre Isla Maciel y La Boca tras 60 años

El Puente Transbordador Nicolás Avellaneda volvió a funcionar ayer después de más de 60 años de inactividad, entre la Isla Maciel, en Avellaneda, y el barrio porteño de La Boca, y en su primer día trasladó unas 600 personas, realizando más de 60 viajes durante sus seis horas de actividad.

La histórica estructura, de color gris, que Benito Quinquela Martín inmortalizó en su obra, utilizada para unir regularmente ambas orillas del Riachuelo durante 46 años, entre 1914 y 1960, recuperó desde esta mañana su razón de ser.

Desde las 10, cuando comenzó a moverse, a razón de entre 8 y 15 personas por viaje, vecinos de la Isla o del barrio de La Boca, hicieron el recorrido de poco más de un minuto, algunos por necesidad, otros por el simple hecho de rememorar viajes pasados y refrescar historias pasadas.

Está previsto que el funcionamiento del transbordador sea de lunes a viernes de 8 a 19, y sábados, domingos y feriados de 10 a 19, con una frecuencia estimada de 30/40 minutos; pero Segovia adelantó que «mañana vamos a venir más temprano, aunque queremos ser prudentes e ir de a poco. A medida que pasen los días se van a ir acomodando los horarios y la gente va a saber en qué momento puede cruzar».

Toda la operatoria para el cruce de los 77 metros que separan las dos orillas del Riachuelo, se desarrolla bajo el estricto cumplimiento de los protocolos de bioseguridad establecidos por el Gobierno nacional para evitar la propagación del coronavirus, indicaron fuentes de Vialidad Nacional, que tuvo a su cargo la rehabilitación y ahora se ocupa de las operaciones.

ÚNICO EN EL CONTINENTE

El Nicolás Avellaneda es el único puente transbordador del continente americano y uno de los ocho de estas características que permanecen en pie a nivel mundial junto al puente Bizcaia español, el Rochefort francés, el Newport, el Warrington y el Middeldbrough británicos y el Rendsburg y el Osten alemanes.

En diciembre 2018, esta histórica estructura argentina recibió el Emblema del Escudo Azul de la Unesco, un reconocimiento cuyo objetivo es proteger el patrimonio cultural de las naciones en casos de conflictos bélicos y desastres naturales, para que sean conservados y restaurados.

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