Un proyecto que la pandemia no detuvo: un diccionario audiovisual de escritoras

Dos escritoras cordobesas, Natalia Armas y Mariana Lardone, iniciaron durante la pandemia un Diccionario de Escritoras Sudamericanas, proyecto que comenzó mientras cursaban juntas Letras Modernas en la Universidad Nacional de Córdoba con el objetivo de convertirse en un archivo, pero que con el aislamiento mutó a un ciclo de videos en el que se lee y se recomiendan lecturas de autoras consagradas y desconocidas de todo el sur del continente.

El resultado de la iniciativa puede verse tanto en un perfil de Facebook, Diccionario Descritoras (https://www.facebook.com/diccionario.descritoras.5) como en uno de Instagram (https://www.instagram.com/diccionariodescritoras/?hl=es-la) y reúne videos en los que algunas mujeres autoras y amigas de las creadoras de la iniciativa leen a otras tantas escritoras.

“El ciclo se llama ‘Amiga, leete un poema’: es en realidad una forma que encontramos en la cuarentena de materializar este Diccionario de Escritoras Sudamericanas al que desde nuestras primeras charlas imaginamos siempre en construcción. En este momento tan particular por el que estamos pasando se nos ocurrió pedirle a nuestras amigas, y a amigas de amigas, que nos leyeran escritoras que intuíamos que les gustaban y fuimos armando el diccionario bajo el formato video, porque va más con las redes y porque todas podían hacerlo muy fácilmente con su celular o lo que tuvieran a mano en sus casas”, cuenta Armas a Télam.

Como corresponde a un diccionario, la colección de videos se ordena alfabéticamente y cada día presenta una obra cuyo nombre o apellido comience con la letra que corresponde. El conjunto reúne a Clarice Lispector con Gabriela Cabezón Cámara, María Moreno y la chilena Lina Meruane. Hay ensayo y poesía, novela y cuento.

“Esa fue siempre la idea: crear un reservorio de escritoras mujeres cis, trans, lesbianas y travestis que hayan producido en diferentes épocas, países, con distintas trayectorias, orientaciones, en narrativa, poesía, novelas, crónicas. En ese horizonte entonces no hay lugar para considerar a algunas escrituras como clásicas o como disruptivas. Si exponemos esta diversidad de escrituras y escritoras es justamente para fortalecer la idea que no hay una forma, un género o temáticas que les atañan exclusivamente a las mujeres”, aclara Lardone.

Respecto de los motivos de iniciar un repositorio de las voces femeninas, ambas impulsoras coinciden en que surgió a partir del enojo por las ausencias tanto en la currícula académica de la Universidad como en la de las escuelas en las que dieron clases. “De ahí que no es que solamente querramos reponer un libro a la biblioteca o llenar un vacío. O en realidad sí: pero esa reposición nos interesa en tanto gesto que expone las jerarquías patriarcales de poder que de una forma u otra también constituyen la literatura, o por lo menos cierta forma más hegemónica de organizar y pensar lo literario”, analizan.

El resultado es lo que ellas definen en su perfil de Instagram como un “Proyecto siempre mutante de lectura feminista. Un archivo-diccionario en construcción”. “Ojalá algún día podamos materializar este archivo de escritoras de América del sur al que intentamos direccionar hacia lo heterogéneo: que circule por diferentes redes y espacios, que sea oral y escrito, visual, sonoro y corporal, crítico y afectivo, todo junto”, agrega Armas.

El entusiasmo de las impulsoras, se transmite entre quienes se suman al proyecto. Así lo cuenta Florencia Rossi, una de las lectoras generosas: “No puede no ser hermoso participar en un proyecto de archivo y lectura de escritoras sudamericanas ordenadas letra por letra, a gusto y criterio de quien las lea, invitadas por quienes llevan adelante el Diccionario de Escritoras. No puede no ser hermoso que en las redes se escuchen voces femeninas, voces amigas, voces acalladas en otros medios y espacios, en otros momentos”.

“La lectura en voz alta que me lleva a la ronda, a compartir, a poner la presencia en el sonido, a mis amigas, a una ronda en mi casa…Leí a Daniela Catrileo, escritora mapuche, porque las chicas del diccionario la pensaron como la escritora con la D, porque me(nos) gusta mucho, la conocimos juntas, y ellas me invitaron… la leo, la siento, la disfruto mucho…”, concluye Rossi.

Idéntica emoción expresa una de las autores leídas en el ciclo, Gabriela Cabezón Cámara de quien se oyen pasajes de “Las aventuras de la China Iron”: “El proyecto me parece una belleza. De una enorme generosidad. Es muy sofisticada la manera en que la lectura está enganchada con las imágenes. Me siento muy agradecida de que me hayan leído”, asegura.

¿Cómo sigue el ciclo cuando termine la pandemia?

“Lo primero que tenemos muchas ganas de hacer es una fiesta con todas las lectoras que participaron de la primera ronda del ‘Amiga, leete un poema’. Ojalá se pueda. Ya estamos planificando la segunda ronda”, cuenta Natalia Armas. .

Lardone agrega: “En realidad tenemos muchos proyectos en mente direccionados al objetivo principal que es ir construyendo de a poco el gran archivo-diccionario. No sabemos cómo impactará la pandemia en todo esto, pero nos entusiasma mucho la idea de talleres presenciales, donde leamos a escritoras y vayamos redactando las entradas del diccionario colectivamente, una especie de lectura-escritura-crítica compartidas. También nos gustaría pensar entrevistas, generar articulaciones con por ejemplo librerías y editoriales, seguir descubriendo escritoras que no conocíamos, sobre todo de otras provincias de argentina y los otros países sudamericanos, porque como sabemos, la circulación de los libros después de todo no es tan fluida”.

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