Informe Especial| ¿De dónde viene el número “30 mil» desaparecidos? (videos)

Atento a los últimos discursos en referencia a la última Dictadura Cívico-Militar que enfrentó la Argentina, y conforme a la mirada negacionista que volvió a “tomar agenda”, cuando a 40 años de Democracia parecía una discusión saldada, es menester ejercitar la memoria y repasar el origen de una de las frases que más controversia (increíblemente) genera: “Fueron 30.000”.

Es decir, explicar, una vez más (y todas las que sean necesaria) de donde surge el número. Vamos por parte.

En principio y analizando que la Dictadura fue clandestina en su “modus operandi” y que no dejó registro fehaciente de las atrocidades cometidas, hay que considerar que en este punto se recogen diferente fuentes. Así por caso La Conadep (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas) pudo verificar casi 9.000 desapariciones, para el Senado de España unos 7.000 o para OEA 5.000. En este sentido el número más alto lo ofrece los archivos del año 1978 de un agente chileno, Arancibia Clavel, que contaba con un excelente acceso a las fuentes militares y altas esferas, que, en un informe secreto, indicaba que a dos años de comenzar el proceso ya había 22 mil muertos. Algo muy similar a los cables secretos en los cuales la embajada de Estados Unidos informaba a su país.

Pero como el Estado utilizaba las herramientas del propio Estado para borrar pruebas, no existe una cifra exacta.

Por otra parte, la definición de “desaparecido” no posee un único significado: a veces refiere a los muertos causados por el aparato estatal durante los años 1973-1983, ya que como dijo el mismo Videla en la serie de entrevistas que le concedió al periodista Ceferino Reato “cada desaparición puede ser entendida ciertamente como el enmascaramiento, el disimulo, de una muerte”. Incluso vale para la definición el tener en cuenta que hay personas consideradas desaparecidas (o que lo estuvieron un tiempo) y que luego aparecieron vivas.

Tampoco refiere a hallar los cuerpos, saber qué les pasó o dónde están: pues muchos pudieron ser hallados, ya sea muertos, sus cuerpos entregados, abandonados o encontrados tras simular su muerte en un enfrentamiento inventado. A su vez, una definición más amplia, puede considerar desaparecidas a personas que tuvieron que emigrar del país por la persecución, las amenazas, fueron desterradas o encontraron en el exilio forzoso la única chance de supervivencia.

Por todo esto, a veces es mejor no confundir a todas las víctimas de la represión ilegal (y todas las formas que asumió) con la palabra desaparecido, ligada esencialmente al secuestro y el haber sido parte de los centros clandestinos de tortura.

Por lo expuesto, se deduce que el único camino posible para conocer el número de víctimas es a través de una reconstrucción estimativa.

De hecho, por ejemplo, cuando se habla de los 6 millones de judíos asesinados en el holocausto, nunca se pudo identificar a todas esas víctimas (los registros más exhaustivos llegaron a 4 millones), sin embargo, dada la dimensión de la tragedia, existieron formas alternativas de aproximarse.

Aun así, basta un simple cálculo para entender que la cifra lejos está de ser exagerada: Si tenemos en cuenta que los centros clandestinos de tortura y desaparición existentes entre 1974 y 1983 reconocidos oficialmente fueron 762 , bastarían que “apenas” 40 personas por cada uno de ellos, para llegar sobradamente a la cifra de 30 mil.

Vamos más en detalle, y analicemos los “grandes centros de detención”: por la ESMA pasaron unas 4.500, en Campo de Mayo 4.000, La Perla (Córdoba) unas 2.500, Vesubio unas 2.000 y Club Atlético 1.500.  En tan sólo estos 5 lugares el número ya supera los 15.000. Recordando que fueron 762, llegar a los famosos “30.000” no cuesta mucho.

En resumen, hay que destacar que la cifra total de desaparecidos implica postularla, no probarla en términos de una prueba de comprobación empírica. No hay comprobación empírica porque la represión fue clandestina. Situarte en decir fueron “8.000 casos” es suprimir la dimensión clandestina e ilegal de la represión.

Entonces esa clandestinidad de la represión, aquel cinismo macabro de no revelar dónde estaban los cuerpos de los desaparecidos y tener a los familiares buscando en muchos casos hasta la actualidad, al hecho macabro de que los secuestros producidos en aquel momento siguen siendo secuestros porque sigue habiendo hijos de desaparecidos que no se sabe dónde ni en manos de quién están, a todo ese horror se le responde con la cifra 30.000.

Para NCN por Juan José Postararo

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