Las Mujeres de Malvinas (video)

A 40 años de la Guerra de Malvinas, las heridas y ausencias fortalecen la necesidad de revitalizar constantemente la memoria y hacer llegar a las nuevas generaciones la historia reciente. La lectura y la escritura son ejercicios de la memoria. Frente a la clandestinidad que quiso borrarlo todo, el acercamiento a las experiencias de quienes sobrevivieron es fundamental para reflexionar sobre lo sucedido.

El 2 de abril de 1982, las Fuerzas Armadas del gobierno de facto, desembarcan en las cercanías de Puerto Argentino, en un intento de darle legitimidad a una dictadura desgastada. Lejos de lograrlo, alentaron una guerra que duró setenta y cuatro días. De todos los aspectos de esa guerra, hay uno menos dicho: Se trata de la presencia de mujeres en la Guerra de Malvinas, cuyas historias fueron invisibilizadas.

Son mujeres que participaron como personal sanitario y que generalmente no están incluidas en los relatos sobre la guerra.  Ellas estaban en los barcos hospitales o en el continente. Eran trabajadoras de la salud: enfermeras, instrumentadoras quirúrgicas, especialistas en terapia intensiva. Desde cada lugar vieron el horror de las bombas que estallaban, el sufrimiento de los soldados heridos que recibían, curaban y contenían. Fue muy importante el apoyo y el vínculo emocional que las mujeres construyeron con los soldados. Ellas eran el primer contacto que recibían esos jóvenes después de haber estado en la zona del conflicto.

El buque hospital más grande que tuvo la Argentina fue el Ara Almirante Irizar. En él había enfermeras civiles voluntarias, otras estaban en el hospital reubicable de Comodoro Rivadavia. Sus edades rondaban entre 21 y 24 años. Al momento de comenzar la guerra, algunas muy jóvenes, se encontraban en las enfermerías de los buques o en Puerto Belgrano, eran aspirantes a enfermería, pues participaban de un curso que había abierto la Armada, para que ingresaran a la carrera, durante los últimos años de la escuela secundaria.

La invisibilización de la mujer en la guerra fue inmediata. Durante mucho tiempo se les prohibió que hablaran sobre el tema. Así fueron omitidas en la reconstrucción colectiva sobre uno de los episodios más crueles de la historia reciente. Muchas empezaron a expresarse más de dos décadas después.

Para recuperar esa parte olvidada de la historia fue muy importante el trabajo realizado por   la escritora y periodista Alicia Panero. Su libro Mujeres invisibles, publicado en 2014, reúne testimonios y muestra también el maltrato y el acoso que sufrieron por parte de los hombres en los puestos de trabajo.

«Estas mujeres no figuran ni en un libro de historia; se las omitió y no formaron parte de los procesos de construcción de la memoria colectiva», refiere la autora de «Mujeres Invisibles» acerca de las enfermeras e instrumentadoras quirúrgicas civiles que curaron a los soldados argentinos heridos en las batallas por las islas.

La historia de las mujeres en Malvinas tardó muchos años en ser narrada. En 2013, en un hecho de reparación histórica el Ministerio de Defensa entregó medallas al valor en calidad de Veteranas de Guerra. Los medios de prensa empezaran a difundir la noticia de que no solo había Veteranos de guerra. Durante los años siguientes se multiplicaron las historias, además una parte del grupo de veteranas, aquellas que habían sido instrumentadoras quirúrgicas del Hospital Militar Central, formaron un grupo que se propuso contar su experiencia y difundirla por distintas escuelas e instituciones. Esto aportó a que su tarea fuera valorada.

Mirar la historia reciente de nuestro país con perspectiva de género implica reconocerlas. Ellas tienen una historia, una vida, un camino recorrido, un camino que llega hasta hoy, hasta el presente.  Fueron parte de esa guerra, aunque no se las haya nombrado o recordado.

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