Hace 12 años partía el ex presidente Raúl Alfonsín

Hace doce años moría Raúl Alfonsín. En esos días el reconocimiento fue inmediato. Surgió una ola de unanimidad que señalaba sus méritos. El primer presidente del retorno democrático. Más de 80 mil personas concurrieron a sus exequias: un gesto de otros tiempos en el que no todo pasaba por la televisión, en los que la gente no era testigo mediático, sino que participaba de los eventos. Utilizando un término al que se le da otro significado: el consenso alfonsinista.

Su consigna «con la democracia se come, se cura y se educa» marcó un camino que, con un sinfín de dificultades, sirve de guía a cada argentino que ejerce el derecho del voto.

La causa de su partida fue un cáncer de pulmón cuando tenia 82 años. Aquella jornada el Gobierno decretó tres días de duelo nacional.

Entre las autoridades políticas que participaron del acto se encontraban los expresidentes Carlos Menem, Eduardo Duhalde, Fernando De la Rúa y Néstor Kirchner; la presidenta Cristina Fernández no pudo estar presente por encontrarse en la Cumbre del G-20 de Londres pero hizo llegar sus condolencias. Al día siguiente, sus restos fueron llevados en una cureña militar escoltada por el Regimiento de Granaderos a Caballo al Cementerio de la Recoleta, en Buenos Aires. El expresidente descansó provisoriamente en la bóveda de los caídos en la Revolución del Parque hasta que el 16 de mayo fue trasladados a un monumento individual en el mismo cementerio en un lugar construido sobre mármol gris.

La frase del preámbulo de la Constitución Nacional que Alfonsín solía repetir durante la campaña presidencial está grabado sobre un mármol, como reseña de sus intenciones y legado: «Con el objetivo de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer la defensa común, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino».

Su gobierno se destacó por la vigencia plena y sin restricciones de derechos y libertades, en un marco de pluralismo novedoso en la tradición política argentina –tan proclive a la deslegitimación del otro. En ese marco, no fue fácil lograr la aprobación de leyes como las de divorcio y patria potestad compartida, que apuntaban en la dirección de una sociedad más libre e igualitaria, o resolver el diferendo con Chile en torno al Canal de Beagle por medio de un referéndum, que se sumó a otras políticas de destinadas a fortalecer lazos con los demás países de América Latina.

En su momento, estos hitos quedaron pronto opacados frente a una serie de dificultades que mostraban que en muchos aspectos la Argentina seguía siendo igual a sí misma, sin que el gobierno acertara en sus intentos de reforma. Los problemas estructurales de la economía, los reclamos corporativos (de militares, sindicatos, empresarios, la Iglesia…), las demandas sociales, las presiones de la oposición política, entre otros, llevaron al prematuro reemplazo del gobierno radical por su sucesor justicialista triunfante en las urnas, Carlos Menem.

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