Un llamado de atención para poner fin a las formas contemporáneas de esclavitud

Por Urmila Bhoola (*)

Las formas contemporáneas de esclavitud aún prosperan en el mundo actual. Según la Organización Internacional del Trabajo, 40,4 millones de personas estaban en una situación de esclavitud moderna en 2016, incluidos 25 millones de personas que llevaban a cabo trabajos forzosos. Una de cada cuatro víctimas era un niño y más del 70 por ciento de todas las víctimas eran mujeres y niñas.

Muchos continúan beneficiándose de estos crímenes, destruyendo las vidas de las personas más vulnerables. A nivel mundial, alrededor de 16 millones de personas padecen situaciones de explotación en la economía privada, como en el trabajo doméstico, la construcción, la industria manufacturera, la agricultura, la silvicultura y la pesca. Un alarmante 98 por ciento de las mujeres y niñas sometidas a trabajo forzoso han experimentado violencia sexual.

Estas cifras deben alertarnos.

Por mi experiencia laboral, conocí a mujeres, hombres y niños, víctimas de trabajo forzoso, trabajo en condiciones de servidumbre, trabajo infantil explotador, esclavitud basada en la ascendencia, matrimonio forzoso y trata de personas. Todas las víctimas fueron profundamente afectadas por experiencias de aislamiento, humillación y, a menudo, simple crueldad. Una gran mayoría sufre en silencio debido a la naturaleza oculta de la esclavitud. No podemos darnos el lujo de quedarnos en la inacción al respecto.

En Argentina, durante la última década, las agencias gubernamentales y las organizaciones de la sociedad civil han documentado casos de trabajo forzoso y trata de personas con fines de explotación laboral y sexual. Las víctimas incluyeron trabajadoras domésticas, trabajadoras sexuales, personas empleadas en la agricultura, así como aquellas que trabajan en la industria de la confección textil, fábricas de ladrillos y otros sectores de la economía.

Muchas veces, las víctimas de esclavitud moderna son endeudadas, por ejemplo si son migrantes que tratan de huir de su país de origen pagando viajes costosos. Según un informe del gobierno publicado en el 2017, el 18 por ciento de todas las víctimas de la trata en Argentina eran niños. Alrededor del 70 por ciento de las víctimas de la trata con fines de explotación laboral eran migrantes.

En 2019, la ONG con base en Australia Walk Free, colocó a la Argentina entre los 10 países que han tomado más medidas para luchar contra las formas contemporáneas de la esclavitud.

El gobierno ha establecido políticas y ha aprobado legislación para combatir la trata de personas, el trabajo forzado y el trabajo infantil. Además, Argentina presentó una resolución a la Asamblea General de las Naciones Unidas, aprobada este año, que declaró 2021 como el Año Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (A / RES / 73/327).

Son todos pasos alentadores. Sin embargo, se necesita más acción y de manera drástica a nivel mundial. Se estima que 10.000 personas deben ser liberadas cada día si queremos erradicar las formas contemporáneas de esclavitud para 2030 como proponen los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

En las próximas décadas, la vulnerabilidad a la esclavitud se incrementará. Para 2030, alrededor del 85 por ciento de los 25 millones de jóvenes que ingresan a la fuerza laboral a nivel mundial estarán en países en desarrollo y emergentes. Sus perspectivas para acceder a empleos que ofrecen trabajo decente determinarán su nivel de vulnerabilidad a la explotación y la esclavitud. Para 2050, aproximadamente 143 millones de personas se enfrentarán a la migración interna debido al cambio climático, lo que también aumenta su vulnerabilidad.

Los gobiernos, el sector empresarial y otras partes interesadas deben actuar con base en la evidencia. Con este fin, los Estados deben garantizar la recopilación sistemática de datos y comprometer recursos suficientes para prevenir y eliminar las formas contemporáneas de esclavitud para 2030. La inversión en las comunidades locales es un componente esencial para reducir la vulnerabilidad a la esclavitud. Deben establecerse mecanismos de protección eficaces para que las víctimas puedan acceder a la justicia y reconstruir sus vidas con dignidad.

Los Estados también deben demostrar tolerancia cero a la impunidad investigando y procesando a más autores de formas contemporáneas de esclavitud. Los sobrevivientes deben desempeñar un papel activo en todos los procesos que los afectan. Ellos saben mejor cuáles son sus necesidades y qué estrategias podrían funcionar.

Finalmente, todos tenemos un impacto como consumidores: al tomar decisiones informadas para acceder a bienes y servicios podemos ayudar a erradicar las formas contemporáneas de esclavitud, a menudo ocultas en las cadenas de suministro.

(*) Relatora especial de la ONU sobre las formas contemporáneas de la esclavitud, incluidas sus causas y consecuencias.

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