Un nuevo año de caída en el poder adquisitivo de los ingresos

Por Andrea Osorio y Antonella Semadeni Economistas de la Fundación Capital

Frente a una inflación que se aproxima a los tres dígitos en diciembre y acuerdos paritarios que no logran empardar la dinámica de precios, el ingreso real de los trabajadores formales continuará debilitándose en el último cuarto del año (-7,2% interanual y -1% interanual en el año), mientras que los informales advertirán una baja incluso mayor (-14,9% interanual y -8,8% interanual en 2022). 

En este contexto, las autoridades anuncian medidas para intentar paliar esta realidad social desafiante (bono de $45.000, suba del Mínimo No Imponible de Ganancias, «Ahora 30») y mitigar los efectos en consumo, aunque de impacto acotado.

Asimismo, de cara a un 2023 electoral, el salario privado registrado se ubicará, incluso en el mejor de los escenarios, apenas aproximándose a la inflación, perfilándose un sexto año consecutivo de caída de los ingresos reales.

En un 2022 donde la inflación mostró una clara aceleración, los salarios corrieron por detrás. En efecto, si bien casi la totalidad de los gremios ya revisó su paritaria inicial, sólo dos de los más grandes habrían logrado empatarle a la inflación: los choferes de corta y media distancia (UTA), que tendrán un aumento del 100% interanual en sus ingresos, y los aceiteros con un alza del 101,5% interanual (frente a una inflación de 100,3% interanual en diciembre).

Cabe destacar que, si bien se han difundido otros acuerdos con cifras superiores al 100%, estos no reflejan el verdadero aumento del salario en el año calendario. En este sentido, el gremio de Camioneros alcanzó un acuerdo del 107%, aunque en la práctica tiene un incremento del 86,1% en 2022, en tanto sólo 27% se aplicará en noviembre, mientras el resto será en los meses entre febrero y agosto 2023.

Lo cierto es que la mayoría de los gremios se posicionaron en un escalón menor a la inflación. Algunos quedarían «sólo» unos puntos por debajo, como bancarios (los salarios presentarían un alza del 94,1% interanual diciembre contra diciembre) y comercio (96,5% interanual), que a su vez tienen nuevas revisiones en los próximos meses, aunque otros permanecerían bien por debajo.

Por ejemplo, los empleados bonaerenses tendrían un incremento del 90% interanual y los docentes nacionales del 92,8% interanual mientras que otros como alimentación (83,9% interanual), textiles (87,3% interanual), construcción (87,7% interanual) y los trabajadores del neumático (88,5% interanual) no alcanzaron el 90%.

Por último, entre los convenios peor posicionados se encuentran los mecánicos con una suba del 74,4% interanual, aun habiendo realizado acuerdos trimestrales; los metalúrgicos (UOM), que luego de numerosas discusiones lograron un 70% interanual (aunque con una última revisión antes de fin de año), y los encargados de edificios (63,7% interanual), cuya paritaria constó de un bono de suma fija distribuido entre agosto y febrero próximo.

De esta forma, si bien en el primer semestre se verificó un salario registrado positivo en términos reales (2,9% interanual acumulado), en la segunda parte del año la dinámica se invirtió. En efecto, el tercer trimestre ya se consolidó en negativo (-1,9% interanual promedio) y el último verificará un deterioro mayor (-7,2% interanual).

Recordemos que no sólo contados gremios lograron alcanzar subas de tres dígitos, sino que la gran cuotificación de los aumentos en hasta nueve períodos (caso Comercio y Sanidad) y la implementación de sumas fijas en vez de porcentuales (como los encargados de edificios y mecánicos), acotan el impacto de las subas.

Asimismo, si bien buena cantidad de gremios tienen revisiones antes de fin de año y la dinámica podría mejorar, existe baja probabilidad de que puedan compensar la brecha existente.

Además, si bien se volvió a poner sobre la mesa la posibilidad de implementar una suma fija de fin de año para aquellos trabajadores registrados que hayan perdido contra la inflación, esta medida presenta resistencia desde ciertos sectores sindicales que prefieren renegociar paritarias en su lugar.

Esta realidad ya presenta su correlato en los números de consumo, por lo que las autoridades consideran diversas medidas, con efectos limitados. En este marco, se implementaría una nueva suba del Salario Mínimo Vital y Móvil en noviembre, referencia para el sector informal y diversos programas sociales, y se lanzó finalmente el «Refuerzo alimentario para adultos sin ingresos» para unas dos millones de personas ($45.000), lo que representaría un gasto extraordinario para el fisco de $90.000 millones (0,11% del PIB).

  • Además, se elevó el Mínimo No Imponible del Impuesto a las Ganancias (a $30.000 brutos mensuales para trabajadores en relación de dependencia) y se implementó el programa «Ahora 30», con el objetivo de movilizar el consumo de la clase media.

De esta forma, se vislumbra un nuevo descenso en los ingresos reales de las familias en el cuarto trimestre, en donde los asalariados registrados evidenciarán una baja del 7,2% interanual en su poder de compra, mientras en los informales será del 14,9% interanual, finalizando el año con una caída acumulada del 1% interanual y 8,8% interanual, respectivamente.

Asimismo, el primer trimestre del 2023 también luce complejo, dado los escasos gremios que cuentan con sumas «puente» hasta la próxima «temporada» de paritarias. En efecto, muchos han adelantado las sumas acordadas para 2023 a modo de revisión de la paritaria 2022 (estatales, comercio, metalurgia, etcétera).

  • Además, para varios gremios los aumentos resultan similares a los acordados para 2022, por lo que con una inflación ya por encima del 100% interanual se evidenciaría una caída en el poder adquisitivo.

No obstante, los primeros meses del año serían los de mayor retroceso en los ingresos reales en términos comparativos. 

En primer lugar, en el sector registrado se replicarían los acuerdos por períodos cortos y con revisiones reiteradas.

Además, en el mejor de los escenarios, la inflación se consolidaría en un escalón superior al de 2022, pero estable a lo largo del año. De esta manera, los ingresos de los trabajadores formales podrían arrimarse a la evolución de los precios en los siguientes trimestres.

 

Así, el panorama para 2023 no luce promisorio: se perfila como el sexto año consecutivo de caída de los ingresos reales de la población

 

En tercer lugar, el factor electoral también jugaría un rol, con las autoridades impulsando una mejora de los ingresos reales en la segunda parte del año, tal como ocurrió en 2021, aunque con un impacto algo más limitado.

En este contexto, desde el segundo trimestre los salarios del sector registrado comenzarían a acercarse un poco más a los registros inflacionarios, aunque con resultados mixtos dependiendo del poder de negociación de cada gremio y la realidad del sector económico, en un marco de actividad deteriorándose.

De esta forma, el promedio de los salarios de los trabajadores registrados, en el mejor de los casos, se podría aproximar a la inflación.

Así, el panorama para 2023 no luce promisorio, perfilándose un sexto año consecutivo de caída de los ingresos reales de la población, donde el salario real de los trabajadores registrados será 20,4% menor al de 2017 y el de los informales, 41,1% inferior.

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