Secretos y Detalles de la Vida de Sarmiento

En un nuevo aniversario por la muerte de Domingo Faustino Sarmiento, en #CincoDias nos encaminamos pro los caminos de la historia, para retratar algunos aspectos desconocidos del prócer Sanjuanino.

Un repaso por ese Sarmiento más humanos, sus sueños, sus relaciones, lo que pensaba de los gauchos, la relación con su hijo. Un Sarmiento más terrenal, para que podamos comprender mejor su trabajo.

 

                                                                                Doña Paula Albarracín

 

La Relación con su Madre

El padre de Domingo no tenía un trabajo fijo, de manera que la tarea de mantener la familia recaía sobre doña Paula que instaló un telar en el patio de la casa. Sus clientes eran sus vecinos, y los conventos de San Juan que le encargaban las sotanas para sus frailes. Cuando Domingo terminó la escuela, Doña Paula quiso que estudie para sacerdote en Córdoba, pero el muchacho se negó.

Primer Encuentro con Facundo

En 1827 los montoneros federales de Facundo Quiroga invadieron San Juan. Sarmiento quedó muy impresionado por el episodio y decidió oponerse a Quiroga e incorporarse al ejército unitario del general Paz. Con el grado de teniente, participó en varias batallas. Allí conoció al personaje de su libro más importante, Facundo, que tomó San Juan y gran parte de Cuyo. Tras la derrota de Paz en 1831, Sarmiento decidió exiliarse en Chile. Allí consiguió un puesto de maestro en una escuela provincial en un pueblito llamado Los Andes. Sus ideas innovadoras no le gustaron al gobernador. El maestro sanjuanino renunció y fundó su propia escuela en Pocura. Allí se enamoró de una alumna con quien tendrá su primera hija, Ana Faustina.

Rosas el Enemigo

Juan Manuel de Rosas, que en 1829 había asumido la gobernación de Buenos Aires y tenía una enorme influencia a largo de todo el país. Rosas era uno de los estancieros más poderosos de la provincia. En 1835, la muerte de Juan Facundo Quiroga creó una difícil situación. Los estancieros porteños pensaron que hacía falta «mano dura» para controlar la situación y le otorgaron la suma del poder público. A partir de entonces y hasta su caída en 1852, ejercerá el poder en forma autoritaria, persiguiendo duramente a sus opositores y censurando a la prensa, aunque contando con el apoyo de amplios sectores del pueblo de la provincia y de las clases altas porteñas. Muchos intelectuales, entre ellos Sarmiento, decidieron abandonar el país y oponerse a Rosas desde el exilio. Así, Montevideo y Santiago de Chile se transformaron en focos de la oposición antirrosista.

                               La vuelta del malón-Ángel Della Valle. (Museo Nacional Bellas Artes)

El Enemigo ha Caído

Cuando en 1851 el gobernador de Entre Ríos, Justo José de Urquiza, armó el Ejército Grande para derrocar a Rosas, Sarmiento sintió que el momento que había esperado durante veinte años había llegado. Se incorporó con el grado de teniente coronel y participó, el 3 de febrero de 1852, en la batalla de Caseros. Derrotado Rosas, entró a Buenos Aires y se dio el gusto de instalarse por unas horas en el escritorio de Rosas, de donde habían salido miles de órdenes de captura, de opositores, varias de ellas contra el propio Sarmiento. Allí escribió el último parte del Ejército Grande.

Civilización y Barbarie

Sarmiento subtituló su libro más importante, Facundo, con la frase que para él sintetizaba su pensamiento: civilización y barbarie. La civilización era para Sarmiento la expansión de las ciudades, el desarrollo de las comunicaciones, el progreso, la cultura europea, mientras que a la barbarie la situaba en el campo con sus costumbres atrasadas y las características de los gauchos y los indios, mezcladas con el atraso que nos venía dado por la tradición hispánica.

En una carta de la década le aconsejaba a Mitre: «no trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre es lo único que tienen de seres humanos esos salvajes».

La Educación Popular

Decía Sarmiento al respecto «Los pueblos se encaminan a la igualdad y al nivelamiento posible en la distribución de los goces que la sociedad debe asegurar a cada uno de sus miembros, para que la asociación no sea en ventaja exclusiva de algunos cuantos nacidos para la riqueza, los honores, la ilustración y las ventajas de la vida civilizada, en detrimento del mayor número condenado a permanecer siempre en la miseria, el embrutecimiento y el vicio.»

Sarmiento, el Gobernador

Urquiza fue derrotado en Pavón por Bartolomé Mitre quien se convirtió en el presidente de una Argentina que volvía a estar unida. Esta unidad se hizo desde Buenos Aires y en su beneficio. Mitre nombró a Sarmiento gobernador de San Juan. A poco de asumir, impuso en toda la provincia la enseñanza primaria obligatoria y creó escuelas para los diferentes niveles de educación, entre ellas, una de las más grandes del país para mil alumnos, el Colegio Nacional de San Juan, y la Escuela de Señoritas, para la formación de maestras.

Sarmiento se propuso cambiar su provincia. Lo modernizó todo, trazó el primer plano de la ciudad, caminos, calles, construyó nuevos edificios públicos, hospitales, fomentó la agricultura y la minería. Y como si fuera poco, volvió a una vieja pasión: editar su diario El Zonda.

                                                                              Foto Museo Sarmiento

Dominguito

Era el hijo adoptivo de Sarmiento. Había nacido en Chile en 1845. Su padre, Juan Castro Calvo, murió cuando él era un bebé. A los tres años, su madre, Benita Martínez Pastoriza, se casó con Sarmiento quien lo adoptó. Combatió en la Guerra del Paraguay como capitán del Ejército Argentino. Sarmiento lo quería muchísimo y tras la muerte de Dominguito, ocurrida en el combate de Curupaytí en septiembre de 1866, cuando tenía 21 años, cayó en una profunda depresión.

Escuelas

Por el gran impulso que le dio a la educación. Durante su presidencia fundó unas 800 escuelas en todo el país, la Facultad de Ciencias Exactas, el Observatorio Nacional de Córdoba y los institutos militares (Liceo Naval y Colegio Militar). Al terminar su presidencia 100.000 niños cursaban la escuela primaria.

El rol de la Mujer

A lo largo de su vida, Sarmiento contó con el inestimable apoyo de numerosas mujeres. Fueron algunas de ellas su madre, Paula Zoila Albarracín, sobre quien escribió páginas memorables. También marcaron su vida María Jesús del Castro, con quien tuvo su única hija, Faustina, en 1831, la madre de Dominguito y la viuda de su mentor estadounidense, Mary Mann. Durante su presidencia, Sarmiento convocó a maestras de Estados Unidos con el objeto de difundir lo que consideraba las virtudes de la civilización de ese país.

En sus palabras «De la educación de las mujeres depende la suerte de los estados; la civilización se detiene a las puertas del hogar doméstico cuando ellas no están preparadas para recibirlas. (…) Las costumbres y las preocupaciones se perpetúan por ellas, y jamás podrá alterarse la manera de ser de un pueblo, sin cambiar primero las ideas y hábitos de vida”.

                                                                           Domingo F. Sarmiento

Su  Enemistad con Jose Hernandez

El autor del “Martín Fierro” mostró a lo largo de su vida una especial preocupación por los sectores menos favorecidos de la sociedad. Ya fuera como poeta, como periodista o volcándose de lleno a la arena política y militar, el autor del Martín Fierro consagró su vida a mejorar la situación de los gauchos y a la defensa de las ideas federales.

Así fue como, tras el asesinato de Urquiza, José Hernández se unió a las filas del entrerriano Ricardo López Jordán, profundizando todavía más la enemistad con Domingo F. Sarmiento.

El primer día de mayo de  1873 Hernández, ante una orden de prisión dictada contra él  por el gobierno, se refugia en Montevideo. Hacia fines del mes señalado Sarmiento remite un proyecto de ley a la Legislatura poniendo precio a las cabezas dirigentes de la revolución entrerriana: 100 mil pesos fuertes para la de López Jordán, 10 mil para la de Mariano Querencio, y mil para las de los demás alzados principales, entre ellos se encuentra el autor del Martín Fierro.

El Sable Corvo de San Martín

Como buen Unitario, Sarmiento, y la política argentinas nunca le perdonaron que hubiese defendido los intereses nacionales por sobre las banderías, que hubiese rechazado combatir contra los federales y que, “para colmo”, le hubiera legado su sable a Rosas.

En una de las tantas visita que el Libertador tuvo del Sanjuanino en Europa, hubo un momento para hablar del legado “al tirano”. Entonces, ante expresiones adversas que Sarmiento trató de hacer sobre Rosas, es interrumpido por el dueño de casa que le dice: “Ese tirano de Rosas que los unitarios odian tanto, no debe ser tan malo como lo pintan cuando en un pueblo tan viril se puede sostener veinte años…me inclino a creer que exageran un poco y que sus enemigos lo pintan mas arbitrario de lo que es…y si todos ellos y lo mejor del país, como ustedes dicen, no logran desmoronar a tan mal gobierno, es porque la mayoría convencida está de la necesidad de un gobierno fuerte y de mano firme, para que no vuelvan las bochornosas escenas del año 20 ni que cualquier comandante de cualquier batallón se levante a fusilar por su orden al Gobernador del Estado”

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *