La guerra en Ucrania ¿tiende a agravarse o vamos camino a la pacificación?

Aprovechamos el receso invernal en el Congreso Nacional para echar un vistazo al contexto internacional y hacer algunas reflexiones y conjeturas sobre el momento internacional que atraviesa el mundo hoy.


La pregunta que todos los países del globo se hacen, especialmente los europeos, es si el conflicto en Ucrania, desatado por la invasión de Vladimir Putin a dicho país, tenderá a agravarse y sumar nuevos actores internacionales o, por el contrario, quedará encapsulado ahí. Ayer, 14 de julio, la agencia alemana de noticias para América Latina, DW, en su programa A Fondo, debatía sobre el tema.
Y es que los alemanes son especialmente sensibles a la cuestión, no solo por encontrarse en una hipotética línea de fuego del avance militar ruso, sino porque su vínculo con Rusia o, para decirlo en el lenguaje de los internacionalistas, su “interdependencia compleja” con el gigante frío, los puso en un dilema. Alemania se ha visto, en los últimos meses, en la urgencia de buscar un nuevo proveedor de gas licuado, ya que Rusia era su principal proveedor; se ha visto en la necesidad de detener proyectos de gran envergadura, como el gasoducto Nord Stream 2; y se ha visto en la necesidad de escalar el gasto en defensa a casi 100 mil millones de Euros, un aproximado del 4% de su PBI, incremento que no se veía desde la Segunda Guerra Mundial.
No solo Alemania, sino Suecia y Finlandia han tomado medidas. El argumento de Putin para desatar la invasión a Ucrania era la voluntad declarada de Ucrania de ingresar a la OTAN, algo que incluso tenían pensado incrustar en su constitución nacional. Ucrania tuvo que abandonar esa pretensión a cambio, se presume, de que Rusia aflojara la presión militar sobre Kiev, que de todas maneras Putin no pudo tomar con la facilidad que tenía proyectado. Putin logró frenar la adhesión de Ucrania a la OTAN, pero no la de Finlandia y Suecia, quienes ya se encuentran a las puertas de la organización atlántica, gracias a la aprobación de otro actor de la organización, Turquía. Ucrania abandonó su pretensión de ingresar a la OTAN, pero no de ingresar a la Unión Europea. ¿Excluir a Ucrania de la OTAN e integrarla a la Unión Europea puede desactivar la escalada de la guerra?

Una mirada desde la teoría de las relaciones internacionales
Hasta ahora, ninguno de los países mencionados, incluyendo Estado Unidos, el principal actor de la Organización del Atlántico Norte, ha participado con tropas en el territorio ucraniano. Su colaboración se ha limitado al suministro de armas, financiamiento y apoyo moral a la resistencia de Volodimir Zelenski.
El analista internacional argentino en Alemania, Ezequiel Bistoletti, considera que, con la guerra en Ucrania, asistimos a una reconfiguración del orden internacional unipolar de postguerra fría, con Estados Unidos como hegemón a la cabeza. Según el analista, invitado habitual al programa de la DW, A Fondo, nos encontramos ante un escenario de múltiples polos y centros de poder, donde China tiene otro papel preponderante. Echando mano de la teoría realista de las relaciones internacionales, Bistoletti argumenta que, en este nuevo orden internacional, el estado vuelve a tener el papel preponderante que había quedado un poco relegado en los modelos teóricos de la escuela neoliberal, quienes atribuían a actores no estatales un papel de suma importancia a la hora de explicar el contexto internacional. Esta línea de análisis, donde reaparecen los estados como actores principales y dónde se multiplican los polos y centros de poder, solo puede conducir a predicciones funestas, al menos desde el punto de vista de teórico.
¿La razón? Muy simple, el realismo internacional lo ha teorizado durante décadas: la multiplicación de los polos de poder y la reafirmación de los estados nacionales anclados al poder militar como los principales actores del escenario internacional solo puede augurar inestabilidad y guerras. Un sistema internacional de múltiples polos de poder nos acerca a un escenario semejante al siglo XIX. Es decir, mientras más unidades en posición de pelear, mayor probabilidad de pelea o, para decirlo en el lenguaje más simple posible: si hay mucho cacique y poco indio, la guerra está garantizada, pues los caciques armados tienden a guerrear. Quizás a eso se refería la titular del Senado, Cristina Fernández de Kirchner cuando decía, en una oscura metáforas durante su última intervención pública en el Calafate, el viernes pasado, que afuera el clima estaba feo, y que al abrir la puerta de la casa podía entrar una tormenta de nieve.

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