8M: Mujeres que marcaron la historia de Argentina

En el Dia Internacional de la Mujer, desde #Cincodias presentamos un informe sobre algunas de las personalidades femeninas que han dejado huella en la historia grande del país.

Alicia Moreau de Justo

Alicia Moreau fue una de las mujeres más destacadas en la búsqueda de los derechos cívicos de las mujeres argentinas a principio de siglo. Nació el 11 de octubre de 1885 en Londres y llegó al país en 1890 en una de las oleadas inmigratorias que conformaron la Argentina aluvial.

Fue una médica y política muy destacada del feminismo y del socialismo. Desde los primeros años del siglo XX, se involucró en los reclamos por mayores derechos para las mujeres. En 1902, junto a un grupo de compañeras, fundó el Centro Socialista Feminista y la Unión Gremial Femenina.2

En 1907, Angel M. Giménez, un influyente socialista de la época que la había conocido en el Congreso Internacional, la convoca para participar de los cursos de la Sociedad Luz de Barracas. De esta manera, Alicia se incorpora y comienza a trabajar centrando sus esfuerzos en la difusión de la higiene social y de la prevención sanitaria, temáticas que formaban parte de la esfera íntima, extraños en la boca de una mujer.

Hacia 1914, obtiene el título de médica con diploma de honor con su tesis “La función endócrina del ovario”. Realiza su residencia en el Hospital de Clínicas donde se interioriza de la realidad sanitaria de las mujeres argentinas. Para 1918, ya había fundado la Unión Feminista Nacional y tras el deceso de su esposo en 1928 continuó en la actividad política y la defensa de la mujer. En 1932, elaboró un proyecto de ley que establecía el sufragio femenino, el cual no se concretó hasta 1947.

María Eva Duarte de Perón

Actriz y política argentina, nació en Buenos Aires en 1919. De orígenes humildes, migró a Buenos Aires a los quince años donde se dedicó a la actuación, alcanzando renombre en el teatro, el radioteatro y el cine. En 1943 fue una de las fundadoras de la Asociación Radial Argentina (ARA), de la que fue electa presidenta al año siguiente. En 1944 conoció a Perón, entonces secretario de Estado del gobierno de facto, en un acto de recaudación de fondos para las víctimas del terremoto de San Juan. Ya casada con Perón, participó activamente en la campaña electoral de su marido en 1946, siendo la primera mujer argentina en hacerlo.

Impulsó y logró la sanción en 1947 de la ley de sufragio femenino. Adoptó una posición activa en las luchas por los derechos sociales y laborales y se constituyó en vínculo directo entre Perón y los sindicatos.

Escribió dos libros, La razón de mi vida en 1951 y Mi mensaje en 1952 y recibió numerosos honores. Entre ellos el título de Jefa Espiritual de la Nación, la distinción de Mujer del Bicentenario, la Gran Cruz de Honor de la Cruz Roja Argentina, la Distinción del Reconocimiento de Primera Categoría de la CGT, la Gran Medalla a la Lealtad Peronista en Grado Extraordinario y el Collar de la Orden del Libertador General San Martín, la máxima distinción argentina.

María Elena Walsh

María Elena Walsh nació en el barrio de Ramos Mejía, en Buenos Aires, el 1º de febrero de 1930. Fue una poetisa, escritora, música, cantautora, dramaturga y compositora argentina, que ha sido considerada como «mito viviente, prócer cultural (y) blasón de casi todas las infancias».

Célebre por su literatura infantil, creó personajes conmovedores, como Manuelita la Tortuga. Sus temas fueron musicalizados por personalidades como Mercedes Sosa y Joan Manuel Serrat y trascendieron las fronteras argentinas.

Asfixiada por la censura impuesta por la dictadura militar, en julio de 1978, en plena Copa Mundial de Fútbol, decidió «no seguir componiendo ni cantar más en público». Paradójicamente, varias de sus canciones se volvieron símbolo de la lucha por la democracia, como La cigarra, Canción de cuna para un gobernante, Oración a la Justicia,Canción de caminantes, entre otros.

En 1985 fue nombrada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires y en 1990, Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba y Personalidad Ilustre de la Provincia de Buenos Aires. Falleció a los 80 años en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en el 2011.

Victoria Ocampo

Ramona Victoria Epifanía Rufina Ocampo nació en la Ciudad de Buenos Aires en 1890. Fue escritora, intelectual, ensayista, traductora, editora y mecenas argentina. Publicó diversos libros como La laguna de los nenúfares (1926), diez tomos de Testimonios y Tagore en las barrancas de San Isidro (1961).

Nacida en el seno de una familia aristocrática, fue educada con institutrices y su primer idioma fue el francés. En 1924 publicó su primera obra, De Francesca a Beatrice, editada por la Revista de Occidente con la ayuda de José Ortega y Gasset. Participó desde su juventud en las primeras manifestaciones de los movimientos feministas, intelectuales y antifascistas argentinos, lo que la llevó a fundar en 1936 la Unión de Mujeres Argentinas.

Sus viajes a lo largo del mundo le permitieron entrar en contacto con los principales exponentes de la literatura y el ámbito intelectual. De este modo, logró fundar la revista y editorial Sur en 1931, que promovió las obras literarias de importantes autores nacionales e internacionales.

Única latinoamericana presente durante los Juicios de Núremberg, militó activamente en la oposición al peronismo, motivo por el cual fue arrestada durante 26 días en 1953. Fue presidente del Fondo Nacional de las Artes desde 1958 a 1973 y recibió diversas distinciones como así también doctorados honoris causa de distintas universidades y la Orden del Imperio Británico por parte de la reina Isabel II. Fue la primera mujer en ser elegida miembro de la Academia Argentina de Letras, en 1977.

Juana Azurduy

Juana Azurduy de Padilla. Heroína de la independencia del Alto Perú (actual Bolivia). Descendiente de una familia mestiza, quedó huérfana en edad muy temprana. Pasó los primeros años de su vida en un convento de monjas de su provincia natal, Chuquisaca, la cual era entonces sede de la Real Audiencia de Charcas.

En 1802 contrajo matrimonio con Manuel Ascencio Padilla, con quien tendría cinco hijos. Tras el estallido de la revolución independentista de Chuquisaca el 25 de mayo de 1809, Juana y su marido se unieron a los ejércitos populares, creados tras la destitución del virrey y al producirse el nombramiento de Juan Antonio Álvarez como gobernador del territorio. El caso de Juana no fue una excepción; muchas mujeres se incorporaban a la lucha en aquellos años.

Juana colaboró activamente con su marido para organizar el escuadrón que sería conocido como Los Leales, el cual debía unirse a las tropas enviadas desde Buenos Aires para liberar el Alto Perú. Durante el primer año de lucha, Juana se vio obligada a abandonar a sus hijos y entró en combate en numerosas ocasiones, ya que la reacción realista desde Perú no se hizo esperar. La Audiencia de Charcas quedó dividida en dos zonas, una controlada por la guerrilla y otra por los ejércitos leales al rey de España.

En 1810 se incorporó al ejército libertador de Manuel Belgrano, que quedó muy impresionado por el valor en combate de Juana; en reconocimiento a su labor, Belgrano llegó a entregarle su propia espada. Juana y su esposo participaron en la defensa de Tarabuco, La Laguna y Pomabamba.

Tras la proclamación de la independencia de Bolivia en 1825, Juana Azurduy intentó en numerosas ocasiones que el gobierno de la nueva nación le devolviera sus bienes para poder regresar a su ciudad natal, pero a pesar de su prestigio no consiguió una respuesta favorable de los dirigentes políticos. Murió en la provincia argentina de Jujuy a los ochenta años de edad, en la más completa miseria: su funeral costó un peso y fue enterrada en una fosa común. Sólo póstumamente se le reconocerían el valor y los servicios prestados al país.

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