Se quedó sin trabajo, se asoció con un amigo de la infancia y creó una empresa que facturó más de 1 millón de dólares

El protagonista principal de esta historia es Rafael Mendoza de la Torre, pero como ocurre en las películas siempre aparece un actor de reparto que termina ocupando un lugar importante. En este caso se trata de Eduardo Schlottmann. Amigos de la infancia, compinches de travesuras, compañeros de fútbol y de recitales, entre tantas cosas que los unieron desde que eran niños. Sin embargo, muchos años después de vivir aquellas experiencias, que quedarán guardadas en sus corazones para siempre, se unieron para crear una empresa que tuvo un crecimiento en ventas del 600% en tan solo seis meses y durante el 2020 facturó un millón de dólares.

De chicos, cuenta Rafael, los unió mucho la pasión por la música ya que a los dos les gustaba el grupo Oasis, tal es así que se presentaron en varios recitales que se organizaban en las escuelas secundarias tocando algunos covers. Eduardo era el guitarrista y Rafael cantaba. Además, el hecho de que Rafael sea hincha de Boca y Eduardo de River no impidió que durante muchos años conformaran una picante dupla ofensiva del equipo que tenían con sus amigos.

Recuerdos, vivencias y anécdotas que fueron compartiendo a lo largo de sus vidas. Y en muchas de ellas también se involucraron sus familias. Se trata de esas amistades que perduran más allá del tiempo, de las elecciones individuales y de las diversas vicisitudes por las que atraviesan sus protagonistas.

Rafael es licenciado en Administración de Empresas y tiene un Master en Finanzas. Hasta el 2011 trabajaba en el área de fusiones y adquisiciones en KPMG, asesorando a empresas en el proceso de compra o venta. Sin embargo, tomó la decisión de seguir su camino fuera de la Argentina. “Sentí la necesidad de conocer un nuevo lugar, nueva gente, nuevas culturas y buscar nuevos desafíos. Fue así que se lo expresé a mi jefe y de ahí surgió la oferta en concreto de Brasil, un país que despertó total interés por el momento, la cultura, la posibilidad de aprender un nuevo idioma y, lógicamente, porque es la mayor economía de Latinoamérica”, dice Rafael.

Si bien tenía la posibilidad de continuar su carrera en San Pablo, donde el mercado financiero está muchísimo más desarrollado, lo terminó seduciendo Río de Janeiro por la posibilidad de vivir muy cerca de la playa.

Durante la adolescencia cantaban cover de la banda "Oasis".
Durante la adolescencia cantaban cover de la banda «Oasis».

Bem Vindo a Río

Con la esperanza de adquirir más herramientas, ganar más exposición, aprender un nuevo idioma, poder disfrutar la ciudad y atender todos los eventos deportivos que iban a tener lugar en los próximos años (Mundial de Fútbol en 2014 y Juegos Olímpicos en 2016) en marzo de 2012 Rafael viajó a la “Cidade Maravillosa”.

Dos años después, cuenta, aceptó una propuesta laboral para formar parte de un fondo de inversión, típicamente conocido como “Family Office”, que cuidaba de las inversiones de una reconocida familia brasilera.

Rafael trabajaba como Coordinador de Inversiones analizando las oportunidades de inversión mediante el desarrollo de modelos de valuación. También participó activamente en las ejecuciones de las inversiones junto a profesionales de uno de los fondos de “Private Equity” más reconocidos de Brasil. Las inversiones, cuenta, eran principalmente en las industrias de Real Estate, Logística y Energía. En real estate invertían en shoppings, hoteles, centros logísticos y oficinas.

“En mi época de consultor de fusiones y adquisiciones me tocó estar casi siempre en el ´sell side´, esto es, asesorar a la parte vendedora. Por el contrario, en mi última experiencia en el ´Family Office´ me tocó estar en el “buy side” y hacer las inversiones, una dinámica un poco diferente a la anterior. Personalmente disfruto mucho más de hacer las inversiones y compra de empresas, sobre todo me gusta tener la posibilidad de luego de hacer la inversión realizar seguimiento de cuan buena fue tu inversión e involucrarte en el manejo del negocio, explica Rafael.

Una visita esperada

Por su parte, Eduardo se recibió de Abogado en la Universidad de Buenos Aires (UBA), aunque prácticamente, dice, no ejerció y desarrolló su carrera profesional dentro de varias empresas de consumo masivo. Su última experiencia en relación dependencia, antes de asociarse con su amigo, había sido en una empresa Belga-Americana, especializada en desarrollar soluciones de tapado para toda la Industria de Bebidas en el mundo.

Rafael y Eduardo compartiendo un paseo en bicicleta.
Rafael y Eduardo compartiendo un paseo en bicicleta.

Cuando Rafael viajó a Brasil, Eduardo le prometió que iba a ir a visitarlo, aunque tardó tres años en llevar a cabo su promesa. “Fueron dos semanas extraordinarias donde pudimos volver a encontrarnos luego de varios años. Recuerdo que cuando llegué a Río de Janeiro me pasó a buscar en auto y lo que más me sorprendió en ese momento fue la fluidez con la que manejaba el portugués, parecía uno más allí. También me acuerdo que me había comentado sobre su preocupación por la coyuntura del momento en Brasil y que no creía que su estadía en dicho país se iba a prolongar por mucho más”, expresa Eduardo.

Una buena oportunidad para salir de la zona de confort

Rafael sabía lo que se venía. Quizás, no con la magnitud de lo que terminó siendo el Lava Jato, la mayor operación anticorrupción en la historia de Brasil en la que fueron recuperados 4.300 millones de reales (unos 805 millones de dólares) y que terminó con 174 personas condenadas, entre ellos dos veces a “Lula” Da Silva, ex presidente de ese país, su exjefe de gabinete José Dirceu y al exministro de Economía Antonio Palocci, al exgobernador de Río de Janeiro Sergio Cabral y al exdiputado Eduardo Cunha, quien abrió el juicio político que destituyó a Dilma Rousseff en 2016.

A partir de ese momento la empresa familiar en la que trabajaba Rafael quedó en la mira de la justicia que investigó a los principales directivos, aunque ninguno de ellos resultó preso.

Tras el escándalo que significó el Lava Jato a finales del 2015, comenta Rafael, la familia decidió cerrar el fondo de inversión y como consecuencia de ello todos los que formaban parte de la empresa se quedaron sin trabajo.

“Fue muy doloroso, nunca me pasó de encontrarme en esa situación, siempre fui muy cuidadoso en analizar las propuestas de trabajo y sumarme a empresas o proyectos con buenas perspectivas de crecimiento. De hecho, en todos los lugares donde trabajé tuve la suerte de crecer laboralmente y desarrollarme profesionalmente. Sin embargo, ese dolor y esa frustración me llenaron de energía para encarar algo que venía madurando hacía mucho tiempo, la idea de emprender mi propio destino. Creo fielmente que de las crisis surgen las oportunidades que dan lugar al progreso, es por eso que agradezco al destino haberme puesto a prueba. Si este traspié no ocurría, difícilmente hubiera salido de la zona de confort, mi situación era muy favorable, con un buen salario y un trabajo que me gustaba”.

Año 2009. Repartiendo juguetes en el Hospital de Niños con la Fundación Regala una sonrisa, que ellos mismos crearon.
Año 2009. Repartiendo juguetes en el Hospital de Niños con la Fundación Regala una sonrisa, que ellos mismos crearon.

Durante esos 15 días que habían compartido en Brasil, Rafael y Eduardo habían esbozado la idea de poder emprender en forma conjunta. Y tras el regreso de Eduardo a Buenos Aires mantuvieron varias conversaciones por Skype y por mail. “Siempre estaba latente la posibilidad de desarrollar algún proyecto en conjunto. Existía una buena complementación entre lo que él podía dar desde su enfoque financiero y mi experiencia desde el lado comercial. Cuando pensábamos en materializar nuestras ideas, generalmente lo hacíamos en productos de consumo masivo debido a que era mi área de expertise y en la que comercialmente nos podíamos sentir más cómodos”, afirma Eduardo.

Socios y amigos

Esas charlas que mantenían a la distancia comenzaron a ser presenciales cuando en agosto de 2016 Rafael regresó a la Argentina. Si bien él tenía varias propuestas laborales para desempeñarse en relación de dependencia, sintió que era el momento ideal para materializar el sueño de tener su propia empresa. Y que mejor si era asociado a su amigo de toda la vida. “Al llegar a la Argentina diseñé un plan de negocios y me ocupé en armar un equipo ganador. En este camino me acompañó Eduardo y luego de muchos encuentros y entrevistas frustradas dimos con Gregorio Giarrusso quién no dudo en sumarse a nuestras filas y aspirar al sueño de una empresa global”, relata.

De esa forma, en agosto de 2019 nació AGOA, una joven empresa argentina de venta directa multinivel presente, además, en Estados Unidos y en Paraguay, que empodera a las personas ayudándolas a construir su propio negocio, ofreciendo tres categorías de productos que engloban artículos para el hogar, nutrición y bienestar, y cuidado personal.

“Trabajar con Eduardo es muy fácil, la relación fluye y nos entendemos a la perfección. Él es un socio de lujo y da placer trabajar con gente así. Siempre está para cuando necesitás algo y la entrega es total. De él aprendo su forma de relacionarse con las personas, creo que tiene un don muy particular para llegar y conectar con los demás. Eso ayuda enormemente en el mundo de los negocios, su inteligencia emocional es 10 sobre 10”, comenta Rafael.

“Somos bastante distintos, Rafael es más metódico y detallista, yo soy energía y acción, hay un gran complemento entre ambos. He aprendido mucho de Rafa en estos años, en siempre buscar oportunidades de mejora en todos los aspectos, nunca quedarse conforme con lo que tenemos, en poder siempre hacer algo más para que el producto o el servicio que entregamos sea de excelencia”, subraya Eduardo.

Rafael, Eduardo y Gregorio Giarrusso, otro de los socios de la empresa.
Rafael, Eduardo y Gregorio Giarrusso, otro de los socios de la empresa.

La pandemia, un aliado para el crecimiento de la empresa

Lo que para mucha gente significó la pérdida del empleo o la imposibilidad de poder mantener su negocio o una pyme a raíz de la pandemia del coronavirus, para AGOA sucedió todo lo contrario. Así lo explica su fundador. “La pandemia nos sorprendió para bien. Mucha gente vio recortada su fuente de ingreso en forma parcial o total lo que los obligó a buscar nuevas formas de generar nuevos ingresos. Fue así que la cantidad de registros por día se elevó significativamente y miles de personas se convirtieron en emprendedores independientes AGOA. Por otro lado, el hecho de que las personas hayan permanecido en sus casas por mucho más tiempo hizo que se volcaran de lleno a la cocina casera e inviertan en reponer sus ollas, contenedores de alimentos y hasta en un purificador de agua”.

En relación a los números, la empresa tuvo un crecimiento en ventas del 600% en tan solo seis meses: de marzo a septiembre de 2020. Y en todo el año pasado facturó un millón de dólares.

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