Un grupo de Argentinos investiga cómo estandarizar los componentes en la producción de Aceite de Cannabis

Desde que la ley 27.350 fue sancionada y promulgada (en marzo y abril de 2017), las organizaciones que reclamaban por el uso y autocultivo de cannabis medicinal reclamaban por una reglamentación extensiva de la ley y su funcionamiento: entes reguladores, producción local, acceso a importación, gratuidad para los que no tienen acceso y, claro, autoabastecimiento.

Esta demanda fue atendida recién en 2020, con el decreto 883/2020, cuando finalmente se  confirmó el modo en que se regula, desde entonces, el uso, acceso y cultivo del cannabis medicinal en Argentina. Se hizo barriendo con la reglamentación parcial que estaba vigente –solo tres artículos– y con una justificación concreta: el mundo avanzó en la dirección del uso y regulación del cannabis medicinal y la ciencia muestra sus logros, al punto de que expertos de la Organización Mundial de la Salud recomendaron quitar esa planta y su aceite de la lista de drogas más peligrosas y controladas.

No obstante llevado a la práctica todavía resulta engorroso, puesto que la Ley presenta algunos grises que hacen “caminar” a los productores en una delgada línea entre lo “ilegal y lo ilegal”.

En #CincoDias entrevistamos a tres productores locales de este aceite de cannabis para uso medicinal, quienes nos dan un panorama de lo dificultoso que se hace poder expandirse en el tema de la investigación.

El Proyecto arrancó cuando los hermanos Lucas y Lucía, decidieron adquirir en el país vecino de Uruguay, un frasco de aceite para poder paliar los dolores que su madre tenía consecuencia de artrosis en ambas rodillas y dado que en una de ellas tenía los meniscos rotos era imposible operarla. La poca acción que los antibióticos ejercían tras prolongarse en el tiempo, los dolores nocturnos que padecía y los malestares en el organismo que le producía los fármacos, fueron los disparadores para que optaran por el cannabis, método que cambió sustancialmente la calidad de vida de su madre.

Ante los satisfactorios resultados lograron un contacto en suelo argentino para proveer del mismo y seguir con esta “medicina alternativa”.  Allí se percataron de que, pese a que se trataba del mismo aceite, había partidas que le producían mejoras considerables y otras no tanto.  Entonces, Lucas, que viene de una familia farmacéutica decidió investigar qué era lo que producía estos cambios y porque “algunas veces el aceite le hacía mejor y otras veces apenas si resultaba”.

Luego de varios meses de instruirse de manera autodidacta entendió que el proceso total del aceite de cannabis estaba supeditado a una concatenación de sucesos que determinarían la “calidad” del producto final.

“El desarrollo de la planta hace variar mucho la calidad de la materia prima. Desde el agua con la que se riega, el aire, la humedad, el tipo de suelo. Cada detalle cuenta. Esa resina que fabrica la planta es lo que luego dará un mejor resultado en el final, puesto que ahí están los componentes que hacen la acción terapéutica en las personas y en los animales” explica.

Formulado este concepto, decidieron ser ellos mismos quienes harían todo el proceso desde el minuto cero. “De esta manera nos aseguraríamos de obtener la mayor pureza posible en el producto final” explica Lucia “dado que quien consumiría el aceite es nuestra propia madre”.

A partir de entonces el proyecto sumó a Matias (Pareja de Lucia) y comenzó una evolución que busca cada día alcanzar un grado mayor de profesionalismo.  Como sucede en muchos de los casos el “boca a boca” fue fundamental para que este camino comience a forjarse y abandonar, de a poco, el núcleo familiar exclusivo, para pasar a amigos, allegados, conocimos de conocidos y demás potenciales paciente que llegaban a ellos con la necesidad de mejorar, a través del aceite de cannabis, su calidad de vida.

A los hermanos se les unió, más tarde, Marcos un viejo amigo de la infancia, que aportó una mirada más de “laboratorio” y sumó al proceso equipos que “facilitaban el método de extracción de los componentes”.  Incluso a partir de entonces pusieron el ojo en “la investigación” – recuerda Lucas- porque entendían que “se habla mucho del cannabis, de los efectos terapéuticos, pero se sabe poco en lo que respecta en detalle de los centenares de cannabinoides (NR: refiere al compuesto orgánico encontrado en la planta de cannabis, responsable de los efectos farmacológicos característicos de la planta) que tiene la planta”.

“Lo que comenzamos a hacer fue investigar en detalle cada uno de los componentes, para lograr detectar cuales son los que cada paciente realmente necesita y de esta forma poder “personalizar” el producto final, siempre buscando tener el más alto porcentaje de pureza. En el mismo proceso se busca además el dejar en su mínima expresión aquellos que generan efectos adversos”.

La Actualidad

Al día de hoy el proyecto apunta a encontrar una concentración que actualmente no existe: “si uno pregunta a alguien que estuvo investigando cual sería la concentración exacta para la patología que se nos ocurra en el ser humano, desconoce la respuesta” detalla Lucas y agrega “sí se sabe con otros antibióticos, sabemos que tantos gramos de amoxicilina sirve para tal infección por caso, pero no la cantidad de miligramos de cada cannabinoide. El objetivo es llegar a una concentración justa para palear esa patología provocando la menor cantidad de efectos adversos posibles, tal como sucede con cualquier medicamento que compramos en una farmacia”.

“Una vez que se estandarice a un número que aplique a la mayor cantidad de patologías posibles, el paso siguiente es (a partir de esas métricas) poder subir o bajar las concentraciones para problemáticas específicos” confirma.

En este aspecto, otros de los miembros el equipo, Gonzalo, que lleva delante la parte comercial y marketing, detalla sobre el crecimiento de éste tipos de terapias en la sociedad “yo creía que era un  mito” admite “pero al entrar al grupo y ver la demanda me di cuenta de que es una realidad, cómo la gente ya no se vuelca tanto a los fármacos”.

“A partir de esa experiencia uno descubre de que son varias las patologías que demandan éste tipo de producto y por tanto lo importante que es el lograr poder estandarizar el proceso, para luego poder precisar las concentraciones con el objetivo de atender cada una de ellas” resalta.

Entre los procedimientos que llevan adelante a la hora de fabricar el aceite, está el análisis que se realiza de cada muestra en la Universidad Nacional de Rosario, que devuelve los resultados con el porcentual de cada componente. Lo que facilita, en alguna medida, aquel segundo procedimiento de “estandarización” final.

“Un claro ejemplo es que cuando los médicos recetan el uso ponen “recomiendo el consumo de cannabis”, nosotros pedimos al paciente que el profesional le detalle la concentración y así poder armar ese concentrado especifico, gracias al análisis previo que hacemos” explican.

Otro de las particularidades implica la forma de “trabajo” que tienen los cannabinoides en el cuerpo humano, que dista mucho a la de un fármaco tradicional: “esto funciona por acumulación de cannabinoides en el receptor de las células” informa Lucia “hasta que cada receptor no esté completo la acción no se genera, lo que hace que a veces la “ansiedad” o la poca paciencia del paciente pueda jugar en contra. Es necesario entender que el efecto tiene un tiempo un poco más lento que el de cualquier otro fármaco que conocemos. La constancia en la toma también es fundamental”.

“Todo se trata de un tema de conducta, que asimismo tiene que venir de la mano de una modificación en la alimentación.  La cantidad de químicos que tienen los alimentos actualmente repercuten a la hora del efecto del aceite. Porque la contaminación alimenticia viaja en la sangre e interfiere en nuestras células. Es necesario poder hacer una “limpieza interna” para una mejor asimilación de los cannabinoides” recalca.

Los “grises” en la Legislación

Poder avanzar en la investigación y alcanzar esa “métrica estándar” es un proceso arduo, cansino, donde el tiempo no se mide como en otros ámbitos. Pero acaso uno de los más complejos escollos, que aflora en el camino, tiene que ver con la Ley.

Manejarse dentro de los marcos de la legalidad implica tener poco margen de acción y eso el grupo lo sabe.

“Es imperioso saber que lo que uno extrae de cada planta es un ínfima cantidad de aceite. Si a eso le sumamos que desde el día cero a la extracción implica varios meses de trabajo, resulta complicado trabajar con poca cantidad. Para lograr resultados rápidos se necesitan grandes cantidades de cultivos, algo que actualmente no está permitido” describe Gonzalo.

“La inexistencia de una Ley concreta que nos avale una plantación importante que será destinada a la investigación es un gran problema que tenemos” reconoce.

“Actualmente estamos reunidos con abogados para ver la posibilidad de convertimos en una ONG o Sociedad Civil, puesto que la legislación los contempla para este tipo de casos”.

Según la normativa vigente sólo el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) pueden cultivar cannabis con fines de investigación médica o científica para la elaboración de medicamentos.

El Instituto Nacional de Semillas (INASE) regulará las condiciones de producción, difusión, manejo y acondicionamiento de los órganos de propagación de esta especie que permitan la trazabilidad de los productos vegetales.

A su vez determina que el Estado Nacional podrá brindar colaboración técnica para impulsar la producción pública de Cannabis en todas sus variedades y su eventual industrialización para su uso medicinal, terapéutico y de investigación en los laboratorios de producción pública de medicamentos.

En lo que respecta al cultivo a “menor escala”, especifica que “Los y las pacientes podrán inscribirse en el Registro (REPROCANN) para obtener la autorización de cultivo para sí, a través de un o una familiar, una tercera persona o una organización civil autorizada por la Autoridad de Aplicación”.

El Grupo se encuentra en un eslabón intermedio, donde ya claramente no están enfocados únicamente en proveer del medicamento a su grupo de cercanía, pero acaso tampoco cuentan con los fondos suficientes para convertirse en una especia de INTA para producir y elaborar a escalas industriales.

Financiación

El último de los puntos que abordamos en la charla fue lo que respecta a los potenciales inversores.  Reconocen que hay muchas empresas que en los últimos meses se acercaron con intenciones de aportar capital o instrumental para que puedan avanzar  y profundizar en las investigaciones pero ellos, por el momento, no pueden aceptarlos.

“Lo que sucede es una cuestión más moral se puede decir” arranca Lucas argumentado la decisión “actualmente no estamos en condiciones de poder aceptar una financiamiento porque todavía no ha salido una Ley integral que nos permita una comercialización masiva del producto, tampoco tenemos un estimado de cuando esto podría llegar a suceder, por ende no encontramos en el corto plazo, una manera de retribuir a ese potencial inversor”.

“Nosotros arrancamos con una necesidad genuina, que luego vimos pudo ser trasladable a los seres cercanos que lo necesitaban y no sabían dónde poder conseguirlo. Nosotros sabíamos que podíamos darle más que un simple aceite casero, tenemos un producto hecho por farmacéuticos, bajo condiciones sépticas, con una determinada tecnología que garantizas que puedas consumir siempre el mismo aceite” aporta Gonzalo.

“El objetivo final es poder lograr venderlo pero cuando estemos seguro del producto final que tenemos. Ajustándonos al marco de la Ley y con un aceite final que cumpla con los parámetros de seguridad que buscamos, para que el paciente sepa que lo que consume es lo más óptimo para su patología” determina Lucas.

“No es fácil el marco legal actual para poder investigar, producir, trasladar y lograr un producto que genera buen impacto en la gente. ¿Hasta donde podemos llegar? Hasta lo que la Ley nos permite, y eso hoy por hoy no es mucho más. Porque para seguir escalando en la producción de este aceite de calidad es necesario más instrumental, lo que implica financiamiento. Por eso decidimos al momento seguir investigando hasta que la legislación avance, se refuerce y así poder meternos de lleno el mercado” sentencia Gonzalo.

Un Poco Más…

Para conocer más del Proyecto podes escribir a choargentina@gmail.com / o Whatsapp  11-6054-2608

 

 

 

 

Para #CincoDias por Juan José Postararo

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