Entrevista| La importancia del «equilibrio» a la hora de cuidar nuestra salud alimentaria

Sin dudas uno de los efectos colaterales que dejó la Pandemia fue la transformación en la rutina diaria. Los horarios mutaron, las actividades cotidianas tuvieron otros matices. Lo que antes del 2020 era una costumbre, todavía en estos tiempos ha dejado de serlo.  El primer impacto donde se puede ver reflejado nuestro nuevo “estilo de vida” es en el cuerpo.

  • Un reciente estudio de la SAN (Sociedad Argentina de Nutrición) arrojó que 6 de cada 10 argentinos (62,2%) engordaron durante la pandemia y, en la mayoría de ellos (78,6%), la ganancia de peso fue menor a tres kilos. En relación a si el incremento de peso se debió al aumento en la ingesta de alimentos y/o bebidas o a la disminución de la actividad física, 6 de cada 10 personas indicaron ambas causas. Además, quienes ya tenían exceso de peso engordaron más que quienes no lo tenían antes de la pandemia.

En #CincoDias dialogamos con la Licenciada en Nutrición, Cecilia Di Croce (M.N. 8744) quien nos expande el panorama y nos cuenta sobre cómo afrontar este problema y tratar de erradicarlo, en la vida adulta y también en los más chicos. Hablará sobre todo de un término (que se reiterará en varias oportunidades) que es fundamental para poder alcanzar el bienestar alimenticio: El equilibrio.

“Se descontrolaron todos los horarios y dejamos de tener el desgaste de las “calorías invisibles”, como las denomino, que son aquellas que quemábamos acaso sin darnos cuenta, en nuestra rutina: al ir al trabajo, al llevar a los chicos al colegio, tomar el transportes público, subir y bajar escaleras, caminar hasta el subte, etc. Todo ese perdió, sobre todo al estar en casa, porque uno no hace más que ir de la cocina al living, y esas calorías, de a poco, se fueron acumulando” detalla la profesional.

El sondeo reflejó que un 40% de los argentinos encuestados reconoció haber subido de peso, superando el promedio mundial por 9 puntos (31%). El país solo fue superado por Brasil, Chile, Turquía y Sudáfrica. La mayoría confesó que aumentó un promedio de 7,5 kilos.

  • El sobrepeso y la obesidad son un importante factor de riesgo de enfermedades crónicas como las afecciones cardiovasculares (principalmente cardiopatías y accidentes cerebrovasculares), la diabetes mellitus tipo 2 (DM2), los trastornos del aparato locomotor (en especial, la osteoartritis) y algunos cánceres (endometrio, mama y colon).

Una de las características que se repite en los pacientes, sostiene Di Croce, es el “picoteo constante” y explaya “al estar en casa uno cae en ir reiteradamente hasta la heladera, deja de comer en horarios determinados e ingiere alimentos constantemente, aun sin tener hambre “real”.

En este punto la especialista hace una diferencia entre “tener hambre y creer tenerlo”: “Después de las tres o cuatro horas de haber comido, naturalmente aparece la necesidad de hacerlo, porque baja la glucosa en sangre del cuerpo. Pero existe también el hambre por “ansiedad” que se vio mucho en Pandemia, que lleva a estar todo el tiempo comiendo bizcochos u otros alimentos, en lapsos menores de tiempo”.

“Es importante entender” continúa “que ninguna comida calma la ansiedad. Es un error pensar eso. La comida no es remedio de ninguna patología.  Si uno se siente ansioso lo mejor es ir a caminar o hacer deportes, eso modificará ese estado de ánimo”.

En este sentido, la nutricionista, detalla cual es la mejor manera para ir modificando estos malos hábitos adquiridos (o potenciados) en Pandemia, cómo re adaptarse a la normalidad que nos toca vivir en el área de alimentación y lograr quemar calorías aun trabajando a metros de la heladera: “Lo mejor es poder retomar el control de los horarios a la hora de comer. Volver a tener una rutina en ese sentido. Organizarse de antemano y poder tener, en lo posible, comida casera preparada. Evitar caer en ingerir lo “primero que tenga a mano”. Es importante poder prever y, durante el fin de semana que uno por lo general tiene más tiempo, cocinarse y guardar la comida para el resto de la semana”.

“Otro punto importante es el ir bajando las porciones. Servirse en el plato una sola vez y buscar el mencionado equilibrio en el contenido del mismo: ver que haya una proteína, vegetales siempre (cocidos o crudos), bajar el consumo de sal o azúcar. Potenciar el consumo de frutas o verduras, es interesante tener un frutera cerca siempre”

Di Croce destaca también el retomar la rutina de la actividad física: “El hacer ejercicio tiene que estar incorporado” porque “permite calar ansiedad, bajar aquellas calorías que hablamos al principio. Es importante, entre los horarios, tomarse un espacio para hacer alguna clase virtual o salir a caminar, trotar. Ponerlo como rutina y no, en ese horario que nos armamos, invitar excusas para evitar hacer actividades”.

Los “mitos y leyendas” son otros de los puntos abordados en la charla. La especialista retoma el concepto de “equilibrio” como faro para erradicar falsas creencias “Uno cree que para bajar de peso debe abandonar el pan, las pastas o un alfajor y eso no es del todo cierto.  Lo que hay que intentar es llevar una armonía. Elegir un pan que no sea de panadería por otro más saludable. Otro caso, por ejemplo, es decir “papa no como porque engorda”, bueno depende, si la hacemos en puré probamente porque le sumamos leche, manteca; pero podemos hacerla al horno. Debemos aprender a comer todo lo que nos gusta en su cantidad  y no sobrepasarnos. Lograr que la rutina y la exigencia de la semana no se desborde con el “permitido” que nos solemos dar el domingo. La idea es, insisto, el equilibrio. Porque no somos robots que podemos vivir a ensalada todo el tiempo” explica.

El cambio en la rutina no solo atañe al mundo de los adultos, los chicos también han experimentado una transformación en su rutina y, en algunos casos, también ha impactado en su alimentación “el desgaste calórico de levantarse temprano, del recreo, de caminar hasta el colegio, ya no está y eso afecta a la hora de comer. Lo importante también es no perder la cotidianeidad y, si se quedan en casa, que puedan levantarse temprano a desayunar, no quizás a las 7 pero si 8 o 9, que tenga esos horarios marcados, sobre todo para que no le cueste retomarlos cuando sea necesario”.

“Las viandas que le enviamos cuando van a la escuela es un detalle que no debe pasar por alto. Hay que armarlas con tiempo y no a las corridas a la mañana, para evitar caer en la galletita o el alfajor.  Puede ser rollos de jamón y queso, alguna fruta que se pueda cortar, cereales quizás. El agua también es importante, no darle jugos o gaseosas” detalla Di Croce.

 

Sobre el cierre de la entrevista, la Licenciada deja un concepto que puede redondear entonces los conceptos vertidos para poder encaminar la realidad que nos toca vivir sin descuidarnos a la hora de comer “lo que debemos recordar en este aspecto es retomar el equilibrio, en nuestros horarios, en el momento de decidir qué comer, equiparar el trabajo, con el descanso y la actividad física. Poder ingerir lo que nos gusta, en su porción justa y acompañando de aquellos alimentos que nos hacen bien. Saber distribuir las etapas del día, entender cuando de verdad tenemos hambre y en qué momento es preferible calmar la ansiedad o el aburrimiento con otras actividades. Eso creo que es lo fundamental para poder tener una vida más placentera y con menos problemas de salud” sentencia.

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *