Tras la postal de bares y calles desbordadas el debate renace: ¿Inconsciencia, egoísmo o irresponsabiilidad social?

Este pasado fin de semana fue el primero en que la autorización de poner mesas en las veredas por parte de los bares porteños estuvo vigente. Tal como sucedió hacemos unos meses con los “runners” una multitud de gente se congregó en los diferentes epicentros gastronómicos de la ciudad como Palermo y Recoleta.

Varios usuarios de Twitter publicaron videos y fotos en las que se puede ver a una multitud ocupando las mesas externas de estos espacios, pero también deambulando por las calles. Estas imágenes reavivó el debate ya que en gran parte de la sociedad preocupa las consecuencias que pueda tener en los contagios.

Una vez más el dilema de lo que “se puede” y lo que “se debe” quedo ha descubierto y la pregunta obligada aparece: ¿Por qué la sociedad se comporta de ésta manera? ¿Se trata de falta de empatía? ¿Es negligencia? ¿Acaso importa poco los padecimientos del otro y uno sólo mira el bienestar personal? ¿Es acaso consecuencia del asilamiento que la mente no puede actuar de manera racional y prima lo emocional?

Lorena Perez, Piscologa UBA

En #CincoDias acudimos a Lorena Analia Perez, quien es Psicóloga y docente UBA,  para poder darle respuesta a estos interrogantes y analizar, desde el lado de la psicología, porque actuamos como actuamos.

“Para poder analizar la situación” comienza la Licenciada “hay que entender que el Covid te enfrenta a la muerte, y la muerte en general es una condición negada por el ser humano para vivir la vida, porque si uno no la niega no podría seguir viviendo, no te subirías a un avión, no irías a trabajar, a comprar, etc.”

“Hay una tendencia natural,  inherente, a la posibilidad de vivir que implica la negación a muerte”

“Entonces cuando aparece el COVID o una amenaza mayor a la que uno está habituado a convivir, surge un reforzamiento de esa negación, se activan con más fuerzas esos mecanismos humanos de negar” se explaya.

En éste sentido, Pérez, analiza que “esos mecanismos no tienden a modificarse en tanto y en cuanto esa amanezca no sea vivida en primera persona o afecte al círculo íntimo, entonces sí la realidad es tan evidente que no existe forma de negarla, por eso cuando uno sufre el coronavirus o tiene un caso cercano toma otra perspectiva y predisposición hacia el tema”.

Por otro lado, la especialista, explica que “la politización del tema es otro factor que entra en escena” y se explaya: “la prensa juega un papel fundamental también, porque (en algunos casos) brinda herramientas para que podamos reforzar esa negación, como el “yo” necesita negar aún más la posibilidad de morirme me aferro a fundamentos o argumentos que me permitan lograrlo, aparecen entonces las muletillas que se crean en la mente como “están exagerando”, “el virus no existe”, “yo no soy de riesgo””.

Sobre este concepto de “negar la muerte”, Pérez narra que “es algo intrínseco, algo propio del ser que tenemos naturalmente y que superamos, por esos vivimos o nos levantamos cada mañana.  De lo contrario (aun previo al COVID) este concepto nos llevaría a una fobia que no nos dejaría siquiera ir al supermercado.  Es decir, la mente comprende que me puedo morir, pero no lo veo cercano, se convierte en algo idílico”.

Como metáfora analiza la situación con imaginar que “hay un francotirador en la puerta de mi casa.  Si me dan ésta noticia no voy a salir claramente, ahora bien, si pasan siete u ocho meses y no vi a un sólo muerto a manos del francotirador es probable que me anime a salir, reforzando esa negación diciéndome “capaz se fue o lo detuvieron, seguro no está más. Incluso llegaría  a pensar que tal vez era un mito”.

Otro de los argumentos psicológicos que actúan es lo que la especialista denomina “desensibilización”: “Es cuando uno esta tan expuesto a ese riesgo, todos los días, que llega un momento en que no te hace tanto eco, entonces acompaña a reforzar el concepto de negación”

“Cuando una analiza la foto de esa vereda llena de gente” analiza “tenes varios sub grupos conviviendo en la misma postal: está el inconsciente que no le importa nada, aquel que refuerza esa negación propia del ser y dice “bueno no debe ser tan grave”, aparece el que cree que es “joven y superpoderoso” y no le puede pasar nada e incluso aparece aquel que no puede estar en su casa conectándose con su interior sino que depende de la sociabilización para subsanar esa “pobreza interna”. Éste último concepto es algo que desnudó la cuarentena: el cómo el mundo occidental esta tan desprovisto de riqueza interna que la gente no se banca estar sola en casa con sus cosas y necesita salir, evadir, consumir”.

“Lo cierto es que existe algo trasversal a todos  y cada uno de ellos y es esto de la negación: algo que me evita tener ese miedo paralizante a la muerte” refuerza Pérez.

En resumen la psicóloga considera que éstos factores “como la negación o el refuerzo de la misma, el proceso cognitivo de la desensibilización, se suman a otras situaciones sociales cómo  la necesidad de consumismo prevalente en la sociedad de occidente cómo “fuente de felicidad”, y no sólo de la clase media alta, sino en todos sus niveles, porque ir  a la “salada” por caso, es un signo de esta necesidad de calmar la ansiedad o el pánico existente, lo mismo que viajar o estar todo el día haciendo deporte. El consumo en su exceso nunca es bueno.  Éstas aristas junto a la falta de credibilidad hacia el Estado, independientemente del partido político, habló de Estado en general, donde tantos años de promesas incumplidas han creado una sensación de incredulidad y lejos está de que la gente lo tome como “garante» porque prevalece aquello de “Juan y el Lobo” donde es difícil que crean cuando te dice “hay una enfermedad mortal, no salgas”, hacen un combo complejo que la pandemia exacerbó casi a sus límites”.

Sobre el final la especialista entiende “a riesgo de sonar pesimista” que la tarea actual se acota a“acompañar el proceso”. Acaso la pregunta, dice, “no está en qué se puede hacer sino más bien  en que se debiera haber hecho”.

En este sentido toda tarea preventiva “por parte del Estado, para poder generar al menos esa confianza de cara a la sociedad” debió trabajarse “tiempo atrás y no ahora ya que es imposible, porque la única alternativa factible es, desestimado el convencimiento,el uso coercitivo de las fuerzas de seguridad, algo que tampoco dio resultados porque ni con la presencia policial en las calles ahora alcanza, una postal reiterada que vimos en varios puntos de américa latina donde justamente los Estados están totalmente descreídos”.

Incluso respecto a las “políticas de salud publicas orientadas a la psicología” también todo lo que se puede hacer “no cambiará el curso de la situación”, en esta aspecto toda “prevención primara es inútil y se apuesta a la prevención secundaria” por ello se trata de poder “acompañar al paciente a transitar el proceso y de a poco transformar algunos hábitos de conductas y de vida que puedan ir preparándolo para afrontar la nueva realidad, creando rutinas saludables que ayuden a manejar esta ansiedad y deseo de salir a consumir”.  En un mundo ideal lo interesante habría sido poder activar, en el pasado, “los trabajos preventivos institucionales ante este tipo de situaciones y que nunca fueron abordados con la seriedad que implica, que permita generar sociedades más saludables, en donde, por ejemplo, el consumo sea una parte de tu vida, pero no “tu” vida, que eso lleve a una salud mental mas equilibrada” sentencia.

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